martes, 6 de septiembre de 2011

ENGAÑO

Aquella tarde de verano, estábamos en el acantilado del pueblo. La suave frisa costera, removía mi cabello, y él, acariciaba mi cintura desnuda sobre el césped. El cálido contacto de nuestros cuerpos, hacia que desease volver a repetirlo. En mis labios había una leve sonrisa, que se hacía más grande cada vez que sus manos acariciaban las leves curvas de mi cintura.
-Te quiero...-susurró con voz melosa en mi oído, después me abrazó con ternura.
Los escasos rayos del sol golpeaban suavemente nuestros cuerpos desnudos. Entreabrí los ojos, y me encontré con el más maravilloso atardecer que había visto en mi vida, y eso se debía en su mayoría a que estaba con él. ME levanté, y me puse el bikini rosa a topos que reposaba sobre una piedra, y él me siguió. Jugueteando, salté por el acantilado. Le llamé, una vez que estuve dentro del agua en calma del mar. Él saltó, y me abrazó. Nuestros labios se fundieron en un beso bajo el agua, nuestros dedos se entrelazaron, las burbujas que hacíamos bajo el agua me cosquilleaban en la boca. Salimos a la superficie. La luna ya brillaba con intensidad en el cielo, y salimos jadeando del agua. Esa noche dormí feliz, pensando, que él estaba hecho para mí, y que haber perdido eso esa tarde con él, me hacía sentir bien. Los días pasaban y todas las tardes nos las pasábamos en el acantilado, disfrutando del tiempo juntos, y de el calor de nuestros cuerpos formando uno solo. El bailoteo de sus manos sobre mi cuerpo, el delicioso contacto de sus labios sobre mi piel. El tiempo con él pasaba rápido. Pero todo cambió en las últimas semanas del verano, cuando yo volvía una mañana de las clases de apoyo de mates. Le vi a él, en un profundo beso con otra chica, él disfrutaba más que conmigo,  y eso hizo que de mis ojos brotasen unas lágrimas. Corrí de vuelta a casa, lejos de él. Esa tarde, cuando vino a recogerme, yo le seguí el juego, y fuimos como siempre al acantilado. Se estaba desnudando, cuando yo hablé.
-Te vi esta mañana….-susurré, de forma de que el viento arrastrase mis palabras.
-¿Y?-dijo bajándose los pantalones.
-Estabas con otra…-dije al borde del llanto.
-Ah, bueno, ella es mi novia-dijo él con naturalidad.
-Pero yo soy tu novia….
-Nah, tu eres mi juguetito de por las tardes-dijo con una sonrisa.
-¿No me quieres?-él negó-Vete, ya no quiero verte más….-dije en voz baja, mientras mi corazón se hacía añicos-Solo me has utilizado, ya no te quiero, vete con esa-le escupí en la cara. Él se dio la vuelta, despreocupado, y se puso su ropa, después desapareció entre los árboles.
Yo, me derrumbé en el suelo, con miles de pequeñas lágrimas recorriendo mis mejillas. El viento jugueteaba con mi pelo, y los sentimientos confusos y contradictorios golpeaban mis sienes, queriendo salir. Me puse de pie, ya nada me importaba, tan solo hasta ese momento había vivido por él, y al descubrir la verdad ya no me sentía con fuerzas para vivir. Avancé hasta el desfiladero del acantilado, el viento comenzó a soplar más fuerte. Sus últimas palabras me torturaban la mente, no dejaba nada a tras, solo simples recuerdos, que para mí habían sido felices, apreté los ojos, y sin pensármelo dos veces, me dejé caer por el acantilado. Noté las mariposas en mi estómago, el viento chillar en mis oídos, el rugido del mar, y el impacto de mi cuerpo sobre las afiladas rocas, después silencio. Ese fue mi fin. EL fin de una niña, que se dejó llevar por sentimientos falsos y estúpidos.

maRiiia

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