viernes, 25 de noviembre de 2011

Poesía #3

              YO
Yo, el desvergonzado,
travieso, alocado,
que por ti me atrevo
y todo lo pruebo:
magia, equilibrismo
o malabarismo;
que bailo con zancos
o salto los bancos,
que ensayo piruetas
con mi bicicleta
o ando de cabeza
con las piernas tiesas;
que hasta disfrazado
paso por tu lado
para que me mires,
para que suspires,
por el superpibe
que todo consigue...
No me animo, hermosa,
a hacer una cosa,
la más sencillita,
tan dulce y bonita
como tu mirada
-pichoncito de hada-
Ah, que tengo miedo,
que no, que no puedo,
decirte un sincero:
¡Te quiero!, ¡Te quiero!


                                   Elsa Bornemann
                                   El libro de los chicos enamorados, Alfaguara.

Poesía #2

 ROMANCITO DE TODOS LOS COLORES

Blanca cuando te encontré.
Cuando te miro, rosada,
o -de sol entre los ojos-
te pones anaranjada.
Azul azul cuando ríes
te vuelven las carcajadas
y tu sonrisa es celeste,
fruta negra en la mirada.
Juegas de verde o violeta,;
si sueñas, otra vez blanca.
Grisecita cuando lloras,
por lluviosa y por nublada.
No sé por qué me pareces
amarilla cuando callas,
como si sombra de trigo
sobre ti se reflejara.
Sólo me falta encontrarte
colorada colorada:
será cuando con un beso
yo te tiña, enamorada.

                                 Elsa Bornemann
                                 El Libro de los Chicos Enamorados, Alfaguara

Poesía #1

                                                                             RESPUESTA


Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras,
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde. [...]

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,
siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría querría que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte. [...]

Si ahora yo te dijera,
que es tu vida esa roca en la que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llana de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...

Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, qué sabores, contactos, sonidos?

Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?

Sin palabras, amigo, tenía que ser sin palabras,
como tú me entendieses.

                                  José Hierro
                                  Antología, Visor