martes, 30 de agosto de 2011

Secuestro: (Cap. III )


De repente se abre otra puerta y entra una chica joven, más o menos de la edad de Laura y Marie. Evidentemente era una criada, porque caminaba con pasos rápidos y la cabeza gacha.
-Señor, Winga requiere su atención. Es muy urgente. Por el asunto de…
-Sí, sí, vale, ya voy- la interrumpe el amo-. Chicos, me temo que vuestra explicación tendrá que esperar.
-¡No! ¡Necesitamos saber!- grita Marie, enfadada.
-Lo entiendo, pero este asunto es muy urgente- dice el amo-. Quedaos aquí, no salgáis a menos que queráis quedaros con la duda sobre qué os voy a decir, claro. Podéis poneros cómodos- les dice, señalándoles los sillones-. Y comed cuanto queráis, la fruta no está envenenada- les dice, guiñando un ojo-. Volveré enseguida- y se marcha, siguiendo a la criada.
-Ohhh, ¡qué hambre!- dice Laura, acercándose a la fuente con frutas. Cuando está a punto de pegarle un mordico a una manzana, Adrián la detiene:
-¡Espera! ¡No sabemos si la comida está envenenada!
-Pero si ha dicho que no…Ah, vale, lo entiendo- dice Laura-. ¡Pero sigo teniendo hambre!
-¿Me quedará algún sándwich?- dice Marie, buscando en su mochila
-Yo tengo una naranja- dice Michael, después de mirar en la suya.
-Yo tengo unas barritas energéticas y dos botellas de agua.
-¡Ajá! ¡Sabía que me quedaba un sándwich!
-Bueno, pues vamos repartiendo, ¿no?- dice Adrián.
-Sí, pero… ¿alguien tiene un cuchillo?-dice Michael- ¿Cómo cortamos mi naranja?
-Ahí hay uno…- dice Laura, señalando la mesa- No creo que hayan podido envenenarlo, ¿no? Es de acero.
-Vamos a usarlo, yo también tengo mucha hambre- dice Adrián, cogiéndolo y cortando la naranja. Le da un cuarto a cada uno, se limpia el cuchillo en el pantalón y corta el sándwich que le da Marie. Reparte también este y empiezan a comer, cada uno su parte.
-Lau, ¿me pasas un poco de agua?- pide Michael.
-Claro, toma- le dice Laura, dándole una botella.
Cuando ya han calmado un poco los rugidos de sus estómagos, empiezan a examinar la sala. Ven que en realidad las paredes están llenas de puertas, del mismo color de la pared.
También notan que el suelo es de piedra clara, mármol, al igual que las columnas.
Se sientan en los sillones y siguen observando la sala. Al rato pasa una criada. Luego otra, y otra. Todas parecen estar muy asustadas.
En un momento, una tropieza y se le cae la cesta de manzanas que llevaba sobre una bandeja, y todos van a ayudarla.
El primero en llegar es Michael. La ayuda a recoger las manzanas, y mirándola a los ojos, le pregunta:
-¿Estás bien?
-Sí, sí, gracias- responde apresuradamente, recogiendo las manzanas aún más rápido, con la cabeza gacha.
-¡Ey, menudo tropezón! ¿Te has hecho daño?- pregunta Marie al alcanzarlos, agachándose a recoger manzanas.
-Eso, ¿estás bien?
-Sí, muchas gracias, ya me retiro- murmura la criada mientras se levanta y lleva la cesta a la mesa. Se dirige a una puerta, pero Michael es más rápido y la coge del brazo, girándola hacia él.
-¡Espera! ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? Venga, ¡responde!- le ordena, más fuerte.
-Perdón, señor, me llamo Lari, y soy una criada del señor Winson- dice todo esto apresuradamente, mirando los ojos azules de Michael, y al acabar agacha la cabeza.
-Em, bueno, un placer, Lari. Perdona por lo del brazo, es que no quería dejarte marchar…- se disculpa, soltándola.
-Lari, ¿sabes por qué el señor Winson ha mandado traernos?- pregunta Adrián.
Lari asiente.
-¿Nos lo puedes decir?
Lari niega con la cabeza.
-Lari, por favor, Lari, ¡mírame!- le dice Michael, obligándola a mirarlo a los ojos- Lari, nos han secuestrado, estamos aquí metidos, sin saber nada de nadie, tu amo no puede decirnos nada porque se ha marchado, y ahora llegas tú y ¡nos dices que no puedes decir nada!- acaba gritándole.
-¡Eh, Mike, que la asustas, pobrecilla!- lo frena Marie- Perdónalo, está muy nervioso, pero aunque te lo ha dicho bruscamente, tiene razón: solo queremos respuestas. Tú las tienes y no puedes dárnoslas, así que comprende que se muestre algo enfadado, ¿vale? Por lo menos, dinos algo que podamos hacer, por favor. No se lo diremos a nadie.
Lari traga saliva y asiente, diciendo con voz entrecortada:
-Lo… Lo mejor que po-podéis hacer es… Largaros.
-¿Qué? Dinos por qué, Lari.
-Mi…mi amo es… malo… Debéis iros…
-Vale, vámonos rápido- dice Adrián, cogiendo su mochila
-¡Espera un momento!- lo frena Michael- Ven con nosotros- le dice a Lari, tendiéndole la mano.
-Sí, eso, ¡ven, Lari!- la animan Marie y Laura.
-¡Pero no puedo irme así, de repente!-les dice, mirándolos avergonzada- Y tampoco puedo dejar a las demás chicas, ¡no es justo!
-¡Pero tenemos que irnos ya…!- se impacienta Adrián.
-Yo no me voy sin Lari- dice Michael muy convencido.
-Y yo no me voy sin las demás criadas- dice Lari, ceñuda.
-Pero, pero…- farfulla Adrián mirándolos a ellos y a la puerta, alternativamente- ¡Oh, está bien! Pero mañana por la mañana no pienso estar aquí, así que…
-Vale, vale, esta noche nos vamos…- dice Laura
-Shhh, ¡no tan alto!- le suplica Lari- ¡Mi señor tiene muchos espías!¡Ay, ya tengo que irme!
-Está bien, nosotros haremos el plan,  y luego quedaremos contigo en algún lugar seguro. El que vaya a comunicarte el plan puede decirle a alguna criada en la que tú tengas confianza que lo lleve al baño, y así ella lo conduce hasta ti, ¿no?- sugiere Laura
-Vale, está bien…
-¿Pero cómo sabremos que es la criada que tú has mandado?
-Preguntadle que de qué es el color de la llave del cofre de la alacena de debajo del fregadero de la cocina. Si os responde que es morada, entonces es ella- dice Lari, convencida.
-Bueno, ¿y quién irá?- pregunta Marie
-Yo- se ofrece Michael de inmediato
-Vale, bueno, Lari, haz lo que haces siempre y avísale a esa amiga tuya que venga a recoger a Michael como a las ocho, ¿está bien?
-De acuerdo. Recordad que la llave es morada- les dice Lari antes de marcharse.
En cuanto pasa por la puerta, sale por otra cercana el señor Winson.
-Ay, chicos, veo que seguís aquí, ¡muy bien!
-Díganos ya lo que quiere- le espeta Marie.

sábado, 27 de agosto de 2011

Secuestro: (Cap. II )

Plic. Ploc. Plic ploc plic ploc plic …
-¡Oh, encima llueve!- se queja Marie- ¿Oiga, falta mucho para que acaba este maldito viaje, conozcamos a ese odioso amo suyo y nos podamos ir a casa?- le pregunta al conductor, indignada.
-¡Marie!- la riñe Michael
-Déjala, señorito- dice con calma el conductor- Déjala que descargue.
-¡Sí, descargo y sigo descargando! ¡Me han metido en este taxi falso, del que no podemos salir, me están llevando a no sé dónde y no podemos parar ni a comer! ¡Esto es secuestro, y no estoy dispuesta a permitirlo!- amenaza sacando el móvil.
-Marie, por favor, ¡cálmate!- dice Laura, asustada.
-No, Lau, no puedo, ¡quiero ir a casa!- empieza a sollozar Marie.
-Marie, tranquila, vamos a ir a casa enseguida, en cuanto veamos a su amo, porque ya estamos por llegar, ¿verdad?- le pregunta Michael al conductor.
-Sí, sí, ¡ya falta poco!- responda el conductor.
Tranquila, tranquila…- la calma Laura, acariciándole el pelo- Duérmete un rato, ¿quieres?
-Vale…- acepta Marie, recostándose, mientras Laura le acaricia.
-Ya está, ya se ha dormido-dice Laura, aliviada.
-¿Quieres dormir tú?- le pregunta Adrián.
-No, el conductor ha dicho que falta poco, y ya sabes que me cuesta mucho despertarme.
-Puede dormir tranquila, señorita- le dice el conductor, mirándola por el espejo retrovisor-. Todavía falta bastante. De alguna manera había que calmar a su amiga…- se excusa.
-Entonces sí- dice Laura, enterrando el rostro en el ancho pecho de Adrián, mientras él la abraza. No tarda en dormirse.

Cuando Laura se despierta, ha pasado la noche. El horizonte se ve rosáceo por el alba, y Marie y Michael están dormidos todavía. Adrián tiene los ojos bien abiertos, con expresión cansada, pero bien abiertos.
-¿Falta mucho?- pregunta, adormilada aún.
-Menos que antes- contesta el conductor.
-¿Qué? Venga ya, llevamos casi un día entero viajando, ¡no puede estar tan lejos!
-Ya falta menos. Estaremos allí a media tarde.
-¿¡Todavía falta tanto!?- farfulla Marie, incorporándose, mientras pasa una mano por sus rizos castaños.
-Ya os lo he dicho, estaremos allí a media tarde. 
                                                                                                      
Pasó la mañana y el mediodía, estando todos hambrientos y aburridos. Sobre las 3 de la tarde, el conductor paró el coche.
-¡Ah, estoy completamente entumecida!- dice Marie al bajar del coche.
-Y yo…
-Yo tengo muchísimo hambre...
-Por favor señoritos, dejaos de quejas y seguidme- les dice el conductor.
Después de coger las mochilas del maletero, se dirigen a una colina cercana. En lugar de subirla la rodean, y el conductor, al apretar una roca oculta, los conduce a un pasadizo secreto.
-¡Ay!- exclama Laura, al resbalarse. Por suerte, Adrián la sujeta y no se hace daño.
-Ah, por cierto, cuidado con los charcos- dice el conductor.
-Tienen problemas graves de goteras aquí, ¿no?- pregunta sarcásticamente Marie, mirando al techo, a la vez que recibe un buen codazo de su hermano.
-Pues sí, sobretodo después del chaparrón de anoche.
-Perdone, pero, ¿cómo se llama usted?
-Podéis llamarme Nef- dice el conductor.
-¿Qué significa?
-No queráis saberlo- responde simplemente.
Al cabo de unos veinte minutos encuentran otra puerta. Por suerte, esta no conduce a ningún pasadizo encharcado con goteras, sino a una sala grande y espaciosa, con un gran fuego en la chimenea y varios grandes y mullidos sofás. También notaron que tenía un techo muy alto, sostenido por varias columnas.
Junto al fuego había un hombre, de espaldas a ellos. Al entrar se giró, y notaron que no tenía nariz. Por eso, su voz sonaba extrañamente nasal.
-Oh, mi querido Nef, ¡los has traído! ¡Muchas gracias!
-Mi amo, sabéis que siempre cumplo con mi deber.
-Supongo que estarás agotado… Puedes retirarte- le dice señalándole una puerta a su derecha.
-Gracias, mi señor- farfulla antes de cruzar la puerta indicada.
-¿Quién es usted?- pregunta desconfiado Michael, acercándose a su hermana. Adrián hace lo mismo con Laura.
-Querido, yo soy vuestro protector.
-Protector…¿De qué nos protege?- pregunta Marie
-Os protejo de…

Secuestro: (Cap. I )


-No me lo puedo creer. ¡Realmente me has arrastrado hasta aquí! – exclama Michael
-Vale, lo siento, ¡pero reconoce que el folleto se equivocaba!- replica Marie
  Michael y Marie son mellizos, y se han ido de vacaciones con sus amigos Laura y Adrián. Pero el camino que mostraba en el mapa que les dio la agente de viajes se cortaba a mitad de camino en un barranco perdido en medio de un bosque, así que estaban allí perdidos.
-Bueno, pues llama a esa tal Julia, la agente de viajes. Dile que nos ha mentido y que nos devuelva el dinero.
-No hay cobertura- explica Marie al colgar el teléfono- ¡Nos la ha jugado muy bien!
-La verdad es que sí…- admite Laura
-¡De eso nada! ¡Nadie se la juega a Michael Vicente…- todos empiezan a poner cara de aburrimiento, mientras que él, ajeno a todo, sigue con su discurso - …porque yo soy un hombre de palabra, y a un hombre de palabra no se le falta el respeto de tal manera, porque…!
-Oye, tío, ¡que no hace falta que hables como en el siglo XIX! – interrumpe Adrián
-Déjalo –dice Marie –Es que mi hermano es así: ¡ANTICUADO!- se ríe
-¿¡ QUÉ !? –se enfada Michael
-Oigan, relájense un poco, ¿vale?- baja los humos Laura- Vosotros dos, dejad en paz a Michael, y tú, Mike, no te irrites tanto, solo son tonterías.
-¿Me dejas tontear contigo?- Le pregunta cariñosamente Adrián, acercándose a Laura, su novia. Son pareja desde hace un año y medio, y se quieren mucho.
-No –lo rechaza Laura suavemente -, tenemos que salir de aquí.
-Estoy de acuerdo. ¿Sugerencias?- pregunta Marie.
-¿Hacer dedo?
-No, muy poco fiable.
-Emm… ¡Ya sé!- dice Adrián- Vamos a hacer dos grupos: uno va a buscar cobertura y llama a un taxi, y el otro se acerca a la carretera con las mochilas y hace dedo.- dice, triunfante.
-¡Vale! ¡Yo voy con Lau a buscar cobertura!- dice Marie, cogiéndola del brazo e internándose en el bosque. -¡Hasta luego!
-¡Eh, pero…!- dice Adrián, pero las chicas ya se han ido.
  Los chicos cogen las mochilas y se van hacia la carretera cercana. A la hora vuelven las chicas, diciendo que ha llamado a un taxi y que está en camino. Cuando éste llega, guardan las mochilas en el maletero, suben, y le piden al conductor que los lleve a Londres, que asiente y arranca el coche. Después, cada uno de ellos se centra en lo suyo.
Delante va Michael, escuchando música con su Ipod. Detrás, Adrián y Laura van cogidos de la mano, hablando en voz baja. Marie mira por la ventana, distraídamente. De repente la pregunta al conductor:
-¿Pero dónde vamos? ¡Por aquí no se va a Londres!
-Lo sé- dice el conductor.
-Entonces, ¿por qué no coge el camino que nos lleve hasta allí?- pregunta Laura, alarmada.
-Porque mi amo me ha ordenado que os lleve hasta él.- responde tranquilamente el conductor.
-¡Ni de broma! ¡Pare el coche!- grita Marie.
El conductor para, pero cuando quieren salir, no pueden. Ha cerrado el coche.
-Oiga, déjenos marchar o…- empieza a amenazar Adrián.
-¿O qué?- dice el conductor con una sonrisa burlona- ¿Llamáis a la policía? ¿Y cómo le decís dónde estamos?
-Por favor, déjenos marchar, ¿qué le hemos hecho?- suplica Laura.
-Eh, ¿qué pasa aquí?- Michael empieza a reaccionar.
-A ver, señoritos, éste es el trato: vosotros os comportáis bien durante el viaje y la visita a mi amo, y cuando éste consiga lo que desea de vosotros, os dejamos marchar, ¿de acuerdo?
-Pero, ¿qué quiere tu “querido amo” de nosotros? ¡Somos unos chicos normales y corrientes, no tenemos nada importante!- se empieza a desesperar Laura
-Shh, tranquila…- la calma Adrián, abrazándola. Mira a Michael, que asiente resignado; y a Marie, que hace lo mismo, añadiendo una mirada de odio al conductor, sin que se de cuenta- Está bien, iremos con usted. Pero cuando su amo sepa que no tenemos nada para él, deben dejarnos marchar. ¿Lo promete?
-Sí, señorito- dice el conductor.
-Bien pues, llévenos con su amo.
El viaje fue largo, largísimo, y aburrido. No pararon ni a comer. Todos protestaron, pero el conductor no le hizo caso.
-Bueno, díganos, ¿cómo es su amo?- pregunta Laura, rompiendo el silencio.
-Es un hombre admirable, grandioso en verdad.
-Es… ¿Bueno?-pregunta Marie
-Puede llegar a serlo, al igual que puede llegar a ser muy malo- responde el conductor.
-¿Y dónde vive?
-En un lugar apartado.
-¿Tiene familia?
-Asesina a todas sus esposas- responde, impasible.
Laura y Marie se miran horrorizadas, y Adrián busca la mano de Laura, apretándola con fuerza.
Desde ese momento no hablan más.