lunes, 19 de septiembre de 2011

Mirando las Estrellas

Desde pequeño (o desde que era un poco más pequeño de lo que soy ahora, tampoco es que sea muy grande), me ha gustado mirar las estrellas. Tengo suerte porque mis padres son unos hippies que van día por medio a la montaña, y a veces consigo que nos quedemos hasta la noche. Soy un chico solitario, ya que no me interesa conocer gente, ¿para qué? Lo único que me interesa es mirar las estrellas, me parecen hermosas, más que cualquier videojuego o chica o amigo que haya aquí. Me gustaría volar, volar y alejarme de este mundo con demasiadas farolas que no me deja mirar las estrellas. En ese sentido, soy como mis padres, no me gusta mucho la tecnología ni las cosas raras y nuevas de la Tierra, pero ellos son mucho más sociales que yo. Tienen un montón de amigos, y en cambio, yo siempre estoy solo. Se preguntan a quién he salido, porque nadie en mi familia es como yo. Yo pienso que no tengo que ser parecido a nadie, porque yo soy yo, y no tengo que parecerme a nadie, solo a mí.
El caso es que soy un solitario, y ahora que voy a empezar la secundaria, mi madre me ha pedido que me abra un poco, y que baje de las estrellas, porque, aunque yo no lo crea, aquí abajo también hay cosas bonitas. Yo le he dicho que lo intentaré, pero solo para que deje de darme la lata. Este curso tenía pensado actuar como siempre, pero mi madre, el día anterior a que empiecen las clases, me obligó a ir con ella al mercado (como ecologista y hippie que es, no va al súper mercado, sino al mercadillo, y compra solo lo que no pueda cultivar o criar). Allí me hizo mirar alrededor, y vi unos chicos, al otro lado de la verja que separa el mercadillo de la calle, jugando al balón. Se veía que se la pasaban genial, juntos, y por la otra acera pasaron unas chicas muy guapas, que están en mi clase, pero que yo nunca me había fijado. Bueno, sí en Laura, pero muy poco, ya que las chicas no me interesan. Los niños estos les silbaron a las chicas, y ellas los miraron y se fueron corriendo con unas risitas. Entonces me di cuenta de que sí, de que me gustaría jugar con los chicos, y silbarles a las chicas, y sacar a Laura a bailar en el baile de fin de curso…
Decidí que ese curso iba a ser diferente, que me integraría. Fue más difícil de lo que había pensado al principio, porque esos grupos de chicos están formados desde pequeños, y no querían dejarme entrar. Había días que llegaba a casa con una sonrisa radiante, porque había metido un gol en el recreo, y otros que no quería ver a nadie, ni siquiera tenía ganas de mirar las estrellas, porque me había ido mal. Sin embargo, a final de curso, era mucho más amigo de esos chicos de lo que había sido en toda mi vida. Y ese verano, terminé entrando en el grupo, por jugar tanto con ellos. Y otra vez se repetía la misma escena, los chicos jugaban al fútbol la última tarde de vacaciones y por la otra acera pasaban las chicas. Los chicos les silbaban y ellas se iban corriendo mientras reían. Pero este año había una diferencia, que yo estaba con ellos. Y fui uno de los que silbaba más fuerte, porque quería mostrarle a Laura que estaba con los chicos guays, quería impresionarla. Y para mi sorpresa, y de todos, yo era mucho más agradable, y social desde que estaba con los chicos. Sí, me seguían gustando mucho las estrellas, pero ya eran algo secundario, porque había comprendido que para amar algo que está en el cielo, primero tengo que amar lo que tengo en la Tierra, porque sino me lo perderé.
Pasaron los años, y nos fuimos haciendo mayores. Y cuando me puse a pensar, ya estaba en 4º de secundaria, y se acercaba el baile de fin de curso. Yo no me atrevía a pedirle a Laura que fuera conmigo, y tardé tanto, que la perdí, y se fue con otro chico. En mitad del baile, vi que se besaban, y me sentí fatal. Me senté en una mesa y me puse a beber, sin parar. En un momento, vi brillar un vestido plateado, y recordé a Laura, que llevaba un vestido de ese color, y bebí con más ganas. Uno de mis amigos, que conocía mi secreto, me llevó fuera, y para animarme, fuimos a una parte lejos de las lamparillas de la fiesta. Me hizo mirar las estrellas, y me dejó solo un rato, para que me recobrara.  Una chica, de otro curso, se me acercó, y me dijo que si podía mirar las estrellas conmigo. Yo le respondí, sin muchas ganas, que no podía impedírselo. Me preguntó que si estaba bien, y por todo lo que había bebido, o porque necesitaba contarle a alguien qué me pasaba, le conté toda mi vida. Me escuchó, callada, sin interrumpir, sabiendo que me estaba mostrando entero, y en un momento, cuando me incorporé para pedirle su opinión, me abrazó, y me sentí reconfortado.  Luego la miré a los ojos, para agradecerle, y me sentí hechizado por su mirada, por esos ojos que se parecían tanto a las estrellas que yo tanto adoraba. Y ella incómoda, desvió la mirada, pero yo no pude contenerme y la besé. Pensé que se apartaría, que me pegaría una bofetada, que no me conocía y que yo no merecía sus besos, pero para mi sorpresa me lo devolvió, y desde entonces, hemos estado juntos. Me ha bajado a la Tierra, y a veces, cuando vamos al monte a mirar las estrellas, prefiero mirarla a ella. La quiero, la quiero mucho, y no voy a separarme de ella NUNCA. 

Boda

¡No me lo creo! Realmente nos vamos a casar, a estar unidos por siempre jamás. Sonará a cuento de hadas, pero es lo que siempre he querido.
Después de 3 años juntos, pues una empieza a ansiar una boda. Y cuando menos me lo esperaba, me lo pediste. Recordaré siempre ese atardecer, en esa islita pequeña pero hermosa donde habíamos ido de vacaciones. Era la última noche, y yo estaba algo triste, guardando las cosas en la maleta. Me dijiste que hiciéramos un pick nick en la playa, y te me declaraste. Me tomaste las manos, y mirándome a los ojos, con esos ojos tuyos tan castaños, me dijiste que me amabas, que me querías demasiado, y que querías estar unido a mí para siempre, y que querías casarte conmigo. Me dejaste muda de la emoción, y dije que sí, y que sí quería, y que yo te amaba más de lo que tú me amabas a mí.  Unos 7 meses más tarde, nos casamos, un día soleado, en una iglesia pequeña de un pueblo pequeño. Fue una ceremonia sencilla, justo lo que queríamos, con los familiares y los amigos más íntimos. Después de ese día hemos tenido nuestras riñas, nuestros problemas, nuestras peleas, pero nuestro amor intenso impedía que cualquiera de esas peleas fuera grave, y nos reconciliábamos enseguida, porque no aguantábamos estar separados. Al menos, eso pensaba yo.

Party Time

¡Sí! ¡Terminamos! Acaban las clases, empieza el verano, y con él, el party time, o lo que es lo mismo, ¡Hora de Fiesta!
Voy escuchando “When the sun goes Down” de Selena Gomez en mi iPod de camino a casa, y voy eligiendo algunas prendas y desechando otras para ponerme esta noche. He quedado con las chicas para ir de compras esta tarde y luego irnos a la fiesta en casa da Cathy. Esa sí que es una chica con suerte, sus padres se han ido y le han dejado hacer una fiesta. Los míos no me dejarían ni aunque se acabara el mundo mañana…
Además, Cathy tiene una casa… Enorme!!!! Puede hacer una fiesta genial, y solo en una habitación, con lo grande que es. Pero para festejar que empieza el verano, la va a hacer en el jardín, con barbacoa, DJ, música, amigos…
Llego a casa. Mi padre está terminando de preparar el almuerzo, y le cuento cómo me ha ido hoy. Comemos, y me llama Lily, una de las chicas. Hemos quedado a las 3 en su casa, que no queda muy lejos de la mía, para que su madre nos lleve de compras, y luego allí nos encontramos con las demás, y vamos todas juntas en el coche de Eli, ya que ya tiene carnet y coche…
La tarde pasa rápido entre amigas, y cuando nos queremos dar cuenta, ya estamos en casa de Cathy. Entramos, ansiosas y riendo, ya que Eli, viene contándonos un chiste malísimo.
Bailo toda la noche, feliz, aunque me duelan los pies por llevar tacones tan altos, canto mis canciones favoritas hasta quedarme ronca, río y me divierto. Me lo he pasado genial, pero me siento completa cuando le veo a él. Me siento a descansar un poco y se me acerca. Lo conozco de vista, es un primo lejano de Cathy, pero me encanta. No me corto y me levanto para pedirle un baile. Acepta, sin problemas, y bailamos más rato. En cuanto el DJ, uno de mis mejores amigos, nos ve juntos, pone una canción lenta, y pide un poco de relax para las parejitas, y cuando lo miro, me guiña un ojo. Esa canción hace que nos acerquemos, y de repente, siento sus labios rozando los míos, suavemente, dulcemente. Seguimos bailando, juntos, y antes de que termine la última canción, nos tiramos a la piscina con unos amigos.
Me río en la piscina, disfrutando del momento, y le miro. ¿Quién sabe? A lo mejor es ese chico especial… ¡Tendré que descubrirlo!

sábado, 17 de septiembre de 2011

18 de octubre de 2010

18/10/2010
En esa fecha nos vimos. Ahí nos miramos por primera vez, conectamos, hicimos saltar la chispa del amor. Desde ese día no he podido olvidarte. He pasado un año intentando dejar de sentir esa llama que arde en mi corazón cada vez que pienso en ti, que no son pocas, pero no puedo. Cada vez que cierro los ojos, veo tus ojos verdes, esa sonrisa matadora, esté donde esté, escuche lo que escuche, sienta frío o calor, esté triste o esté contenta.  Y ahora, el 19 de octubre de 2011, que he logrado dejar de pensar en ti, vuelves. Vuelves, y me miras, y te acercas. Se te ocurre preguntarme mi nombre, y yo, muda de asombro, no te respondo. Por suerte, ella, mi amiga, mi compañera, me despierta, me hace bajar de las nubes, donde soñaba que tú me abrazabas y me decías que me querías. Tartamudeo mi nombre y tú me dices el tuyo. Hablamos un rato largo, y yo no noto que mi amiga se va. Tú eres perfecto, ideal, eres ÉL. Hablamos de todo un poco, y me haces reír, mucho, mucho. Poco a poco nos vamos soltando. Sin darme cuenta, se me ha hecho tarde, y llego a casa corriendo. Mi madre me ve, y está a punto de echarme la bronca, cuando nota mis mejillas encendidas y mi mirada feliz. Entonces me perdona, porque, como buena madre que es, intuye que me ha pasado algo bueno, buenísimo, y después de pedirme que no lo repita, me deja ir a darme una ducha. Cuando salgo, te busco por tuenti, y cuando estoy a punto de desilusionarme, de perder la esperanza, te encuentro. Después de enviarte un mensaje, me voy a cenar y me voy a la cama, a pesar de que es fin de semana y mañana no tengo clases. Necesito soñar, descansar, relajarme, después de todas las emociones que me has hecho sentir. Al día siguiente, nada más levantarme, siento silencio. Sé que mis padres han ido a trabajar, pero, ¿y mi hermano? Al bajar, me encuentro con una nota suya, diciéndome que se ha ido con Carla. Ahora que estoy más enamorada que nunca, comprendo que se vaya con su novia. Aprovecho para desayunar tranquila, con mi música preferida sonando de fondo.
Después, nerviosa, me pongo en el ordenador, y después de revisar mi correo, me atrevo a mirar el tuenti. Y resulta que tú me has respondido a la solicitud de amistada, y por casualidades de la vida, estás conectado. No me lo puedo creer. Lo siguiente ya lo sabes. Hablamos, durante mucho tiempo, y se acabó el curso, con una muy buena relación entre nosotros, una buena amistad. Eso dura unos 3 años, y cuando estoy a punto de irme a la universidad, me llamas por teléfono. Yo, acostumbrada ya, atiendo. Me dices que tenemos que hablar, urgentemente. Miro mi reloj de pulsera. Marca las 11:45 de la noche, mañana me tengo que levantar a las 9 y todavía tengo que terminar de preparar varias cosas. Te digo que no puedo, que mañana hablamos. Me dices que vale, con un tono de desilusión falso. Te conozco lo suficiente como para saber que vas a hacer algo, y cuando te estoy a punto de decir que no hagas nada, cuelgas el teléfono. Cuando salgo a la ventana, para tomar un poco de aire, veo las luces de tu coche.  Bajo rápidamente, y salgo con la excusa de que quiero dar un paseo. No tardes mucho, me dice mi madre, pero me guiña un ojo, sabe que vienes tú. Hago que pares en la esquina, no quiero que nos vean. Y nada más bajarte, me dices que me quieres, que me has querido desde ese 18 de octubre de 2010, y que no vas a soportar estar lejos de mí cuando me vaya… Y que por eso quieres… Pero no te dejo acabar. Sello tus labios con los míos, y me respondes. Mi primer beso, con el chico que realmente quiero, el chico al que amo. Mi reloj da las doce, y recuerdo qué día es hoy. Cuando nos separamos, pero solo nuestros labios, tú me abrazas con fuerza, y te digo:
-¿Sabes qué día es hoy? Hoy es 18 de octubre.
                                                                                                                                           

viernes, 16 de septiembre de 2011

(LLL)

Acaricia mi piel, así, despacito despacito. Haz que disfrutemos del tiempo juntos. Pronto ya no nos quedará nada. Suavemente bésame, quiero sentir tus labios en mi piel. Extremecerme con cada caricia, con cada palabra dedicada a mí. Dime que me quieres. Saborea mis labios. Mezclemonos en uno solo, rompamos las barreras de lo prohibido. Juntate conmigo, hazme crecer.
Siénteme, quiéreme, bésame, abrázame. llevame a un lugar donde el  tiempo se pare, donde podamos estar juntos, donde nadie luche por separarnos. Donde el estar juntos sea lo único que importe.
Ámame, dime que me quieres. Después no me dejes caer. Te necesito para respirar. Te deseo por que tu me enseñaste amar. Y sentirme bien, solo cuando estás conmigo, desafiando lo prohibido. Besáme otra vez, dime que siempre estarás ahí. Y si alguien quiere separarnos, lucharemos los dos.
Solo vivo por ti. Si mueres, yo muero. Aprecia cada instante, saborealo. Así el tiempo nunca lo borrará de ti.
Te quiero (L)

maRiiia

ALMA GEMELA

Abrir los ojos y descubrir que la persona a la que quieres no está a tu lado. Saber que nunca alcanzaréis tus sueños. Tus deseos más preciados se desmoronan poco a poco, con cada mirada distante con cada palabra no pronunciada.
Saber que él no siente lo mismo. Pasar horas y horas delante del ordenador esperando sus palabras; palabras que nunca llegan.
Mirar su piel. Sus ojos. Quizás no sea perfecto, pero a ti te da igual, lo seguirás queriendo.
Sentir como os alejais poco a poco, lentamente. No hay vuelta atrás. Cuando el tiempo nos hace fuertes, como fortalece nuestra coraza. Pero de algún modo, siempre la coraza creada por los sentimientos dañinos, termina por desmoronarse, y dejar al descubierto y desprotegidos esos sentimientos que habías guardado con tanto recelo en tu corazón. Sientes entonces la necesidad de buscarlo, de reparar lo que el tiempo ha borrado, pero no ha conseguido eliminar al completo.
Mirar su sonrisa y sentirte envuelta por ella. Y derramar lágrimas cuando os dais cuenta de que vuestros sentimientos son distintos.
Finalmente descubres que tus sentimientos han sido en vano. No ha merecido la pena. El agujero que se abre en tu corazón lo ocupa todo. Ya no queda hueco para nada. Todo se extingue. Te sientes acabada, y decides encerrarte en el olvido.
Pero no hay porque desesperarse, todo llega a su tiempo. Obviamente el desamor duele más de lo que uno cree, pero hay que ser fuertes, porque la vida nos abre numerosos caminos, y en uno de ellos está esa persona hecha expresamente para nosotros, nuestra alma gemela.

maRiiia

viernes, 9 de septiembre de 2011

VIDA

Duele. Ya es la hora. Marco el número de urgencias. Digo la causa, y vienen a buscarme. No tardamos en llegar al centro blanco y grande que es el hospital de maternidad.  Ya voy a conocer su cara, ver sus ragos, saber a quién se parece…
Me ponen en observación, y los médicos deciden de que ya es la hora. Me llevan en una camilla hasta el paritorio. Ya estoy nerviosa, quiero verlo. Me preguntan si quiero epidural, pero yo niego. Mi pareja entra corriendo y coge mi mano, sonríe, él también tiene ganas de ver a nuestro hijo, al fruto de nuestro amor, al gran paso que hemos dado en nuestra relación.
Las enfermeras y el médico me animan. Aprieto. Siento dolor, pero no me importa, el dolor no es nada comparado con la alegría de poder ver y tocar a tu hijo. Hago fuerza. Es difícil, el niño no quiere abandonar su cálida placenta, se siente agusto, pero también quiere abrir los ojos y ver el mundo que lo va a rodear. Tiene miedo, no sabe que hacer. Se decide a abandonar el cálido y tranquilo vientre de su madre.
El médico ya comienza a verlo. La cabeza del bebé ya está saliendo y ya casi puede cogerla. Me piden un poco más de esfuerzo, aprieto con toda mi alma, necesito verte. Y en el último apretón que doy sale el niño. El médico lo coge entre sus manos, pero yo ya se que ha salido, porque lo escucho chillar. Suguro que se siente asustado y tiene frío.
Me dejan descansar mientras limpian  a mi hijo, me llevan a la habitación, donde espero ansiosa a la llegada de mi pequeño.
Una enfermera entra,  y pone a mi hijo sobre mi pecho, comienzo a llorar de alegría. No me puedo creer aún que ya haya llegado al mundo mi niño. Lo cogo con manos temblorosas y miro como sus ojitos pequeños se abren. La felicidad de tener a la vida que se ha formado en tu interior porfin fuera es la mayor alegría que jamás se puede tener.
Y cuando tengo a mi pequeño en los brazos, me doy cuenta de que crear vida, es la mayor satisfacción que hay. Con una sonrisa acuno  a mi pequeño hasta que se queda dormido.

maRiiia

¿Te lo merecías?

Me siento asustada; él ya no estará más entre nosotros…  el puñal manchado de sangre se escurre de mi mano y cae con un golpe seco y sordo al suelo. ¿Por qué lo he hecho? No lo se… apenas recuerdo nada, todo es borroso. Me dejo caer al suelo, y comienzo a sollozar. Yo no quería… pero lo hecho hecho está. Miro mis manos; mis frágiles manos, ahora son las manos de una asesina. 
Los ojos inexpresivos de él aun están abiertos, y miran a un punto fijo en el vacio. Ya no brillan, su luz se ha apagado. Sus labios carnosos, están entreabiertos, mostrando un intento desesperado por alcanzar su último aliento.
Me escuecen los ojos, y siento las manos aún mojadas y pegajosas por la sangre de él. Me limpio en mi ropa, y sigo llorando. Pero si yo estaba enamorada de él…. ¿por qué? Y si me han obligado… Pero los hechos que se ven en la escena del crimen no están organizados, se ve claramente que ha salido de mi propia mano, nada me excusa de su muerte. Estoy perdida…
Cierro los ojos, y entonces, tengo un flashback de lo que ha pasado.
<<Él llego como si nada a nuestra casa, pero no venía de trabajar,y eso yo lo sabía, había descubierto su pequeño secreto hace unas semanas, y aún guardaba la esperanza de que me lo contase arrepentido. Pero no fue así. Me miró sonriente, y anhelé todo el cariño que el me había regalado;y es que ahora él se mostraba seco y frío conmigo. No se que pensaría, pero yo me temía lo peor. La palabra divorcio inundaba mi mente constantemente desde que me enteré de su secreto.
Dejó su aliaza sobre la encimera del lavabo y se desnudó. Entró en la ducha. Me sentí traicionada, y sentí como mi cara se ponía roja por la ira. No podía permitir que esa fulana arruinase nuestro matrimonio. No sabía nada de ella, pero eso no me importaba, pensaba contarle todo lo que sabía a él. Entonces se vería obligado a elegir entre ella la mujer que acaba de conocer, o yo, la mujer con la que llevaba siendo pareja desde el instituto y con la que estaba casado desde hace un par de años.
El sonido del agua cesó, y él salió de la bañera. Decidí que era el momento. Se vistió, y todo era de forma ordinaria, a excepción de un pequeño detalle, que muy pocas personas se abrían dado cuenta, pero para él eso era romper su rutina. La alianza se quedó sola sobre el frío marmol de la encimera del lavabo.
Lo miré desafiante. Me acerqué a él, y discutimos como nunca antes lo habíamos hecho. Él me lo contó todo a voces, y la prefirió a ella antes que a mí. Un nudo de rabia se me formó en el pecho. Y decidí que lo mejor era cortar de raíz.
Esperé a que se fuese a la cama, nuestra cama, donde habíamos compartido momentos tan íntimos, pero que ahora se antojaban lejanos.
Cogí uno de los cuchillos que reposaban en el cajón de la cocina, y avancé hasta nuestro dormitorio. Él estaba sentado en la cama, y se extrañó de que yo entrase con tanta naturalidad después de la bronca que acababamos de terner, y le dije que lo perdonaba. Éltambíén me pidió perdón, pero ya era demasiado tarde, el daño estaba causado. Para su sorpreda el cuchillo se clavó en su pecho,en un golpe seco en el pecho. Cayó al suelo de boca, hice maniobras para sacar el cuchillo manchado de sangre, y volví a apuñalarlo varias veces para quedarme seguro de que había cobrado su merecido.
Me sentí sustada; él ya no estaba… El cuchilló cayó al suelo con un golpe sordo y seco…>>
Abro los ojos, me siento mal, no debería haber acutado tan a la ligera. Avanzo con pasos torpes al teléfono y marco el número de la policía, y les cuento todo.

Me arrestan y mientras me llevan a comisaría, pienso que la vida no se debe de quitar así, por mucho daño que te hayan hecho, pero yo ya no me arrepiendo. Mi sentencia está firmada.



maRiiia

martes, 6 de septiembre de 2011

ENGAÑO

Aquella tarde de verano, estábamos en el acantilado del pueblo. La suave frisa costera, removía mi cabello, y él, acariciaba mi cintura desnuda sobre el césped. El cálido contacto de nuestros cuerpos, hacia que desease volver a repetirlo. En mis labios había una leve sonrisa, que se hacía más grande cada vez que sus manos acariciaban las leves curvas de mi cintura.
-Te quiero...-susurró con voz melosa en mi oído, después me abrazó con ternura.
Los escasos rayos del sol golpeaban suavemente nuestros cuerpos desnudos. Entreabrí los ojos, y me encontré con el más maravilloso atardecer que había visto en mi vida, y eso se debía en su mayoría a que estaba con él. ME levanté, y me puse el bikini rosa a topos que reposaba sobre una piedra, y él me siguió. Jugueteando, salté por el acantilado. Le llamé, una vez que estuve dentro del agua en calma del mar. Él saltó, y me abrazó. Nuestros labios se fundieron en un beso bajo el agua, nuestros dedos se entrelazaron, las burbujas que hacíamos bajo el agua me cosquilleaban en la boca. Salimos a la superficie. La luna ya brillaba con intensidad en el cielo, y salimos jadeando del agua. Esa noche dormí feliz, pensando, que él estaba hecho para mí, y que haber perdido eso esa tarde con él, me hacía sentir bien. Los días pasaban y todas las tardes nos las pasábamos en el acantilado, disfrutando del tiempo juntos, y de el calor de nuestros cuerpos formando uno solo. El bailoteo de sus manos sobre mi cuerpo, el delicioso contacto de sus labios sobre mi piel. El tiempo con él pasaba rápido. Pero todo cambió en las últimas semanas del verano, cuando yo volvía una mañana de las clases de apoyo de mates. Le vi a él, en un profundo beso con otra chica, él disfrutaba más que conmigo,  y eso hizo que de mis ojos brotasen unas lágrimas. Corrí de vuelta a casa, lejos de él. Esa tarde, cuando vino a recogerme, yo le seguí el juego, y fuimos como siempre al acantilado. Se estaba desnudando, cuando yo hablé.
-Te vi esta mañana….-susurré, de forma de que el viento arrastrase mis palabras.
-¿Y?-dijo bajándose los pantalones.
-Estabas con otra…-dije al borde del llanto.
-Ah, bueno, ella es mi novia-dijo él con naturalidad.
-Pero yo soy tu novia….
-Nah, tu eres mi juguetito de por las tardes-dijo con una sonrisa.
-¿No me quieres?-él negó-Vete, ya no quiero verte más….-dije en voz baja, mientras mi corazón se hacía añicos-Solo me has utilizado, ya no te quiero, vete con esa-le escupí en la cara. Él se dio la vuelta, despreocupado, y se puso su ropa, después desapareció entre los árboles.
Yo, me derrumbé en el suelo, con miles de pequeñas lágrimas recorriendo mis mejillas. El viento jugueteaba con mi pelo, y los sentimientos confusos y contradictorios golpeaban mis sienes, queriendo salir. Me puse de pie, ya nada me importaba, tan solo hasta ese momento había vivido por él, y al descubrir la verdad ya no me sentía con fuerzas para vivir. Avancé hasta el desfiladero del acantilado, el viento comenzó a soplar más fuerte. Sus últimas palabras me torturaban la mente, no dejaba nada a tras, solo simples recuerdos, que para mí habían sido felices, apreté los ojos, y sin pensármelo dos veces, me dejé caer por el acantilado. Noté las mariposas en mi estómago, el viento chillar en mis oídos, el rugido del mar, y el impacto de mi cuerpo sobre las afiladas rocas, después silencio. Ese fue mi fin. EL fin de una niña, que se dejó llevar por sentimientos falsos y estúpidos.

maRiiia

DESTINO

¿Por qué decidiste cruzarte en mi vida aquel día? ¿Por qué la cambiaste para siempre? 
La respuesta es, el destino.
Sí, el destino esa cosa que no se ve, pero que hace que nos crucemos mutuamente en la vida de otras personas, dejando nuestra huella. 
Tú aquel día entraste en mi vida, cambiándola por completo.
Todo comenzó con esa primera mirada. Sí, ¿te acuerdas? Aquella mirada de desconocidos. Esa que hizo que entrases en mi vida. Los días pasaban, y yo contaba los días que quedaban para volver a verte. Por que tú existes en cada momento de mi mente.  Después vino ese primer momento juntos. Esa primera victoria unidos. Esas sonrisas compartidas. Esas tonterías que hacen que siempre nos riamos. Pero como en todo lo bueno, siempre hay algo malo, o en nuestro caso alguien.
Él te cuenta cosas malas de mí. Él se ríe de mí, para que tú también lo hagas y te apartes de mi lado. Hace que finjas que te importo, hace cosas para herirme. Y tú, no te das cuenta, porque te crees todo aquello que él te suelta de mí.
¿Sabes qué quiero encajar? Supongo que no. Porque hace tiempo que dejaste de pensar en mí. ¿Sabes acaso lo que quiero en la vida? Tampoco. ¿Sabes lo que siento por ti? Tampoco. Y, no te has dado cuenta aún, pero ¿sabes que? Que te amo. Y no te das cuenta, porque él te ha puesto una venda en los ojos. Él te dice que no me quieras, y que te olvides de mí. Él, ha hecho que te escriba estas últimas palabras antes de irme. Sí, de irme para siempre. Lejos de ti. Para dejarte crear u propia vida. Para que no vuelvas a pensar en esas risas, en todo aquello que compartimos. Que también te olvides de nuestra relación, que no llegó más allá de la amistad, pero que podíamos haber sido más que amigos. Y todo por culpa de él.
Ahora, sumida en mis pensamientos, de nuestros dulces recuerdos, me voy para siempre. No te molestes en buscarme, porque no hallarás nada de mí, simplemente estas líneas.
Una cosa más. Que sepas que te amo con toda mi alma,  y a pesar de que él se entrometiera, y no nos dejara moldear nuestra relación, siempre te quise, y siempre te querré. 

maRiiia

ADIÓS MI PEQUEÑO AMIGO

Las lágrimas empañan mis ojos.  Entre mis manos sostengo el cuerpo de mi mejor amigo. Del único que me ha entendido, y el único en el que he podido confiar. Después de tanto tiempo juntos, ya se ha ido, ido para siempre. Le acaricio. No puedo evitar que mi mente se sature de felices recuerdos a su lado. Finas perlas resbalan por mis mejillas. Aprieto la cara sobre la de mi mejor amigo. Sus ojos ahora yacen cerrados. Nunca más volverá a ver. Nunca más volverá a correr. Siempre me fue fiel, a pesar de que en ocasiones le hacia daño. Nunca se enfadó conmigo, y cuando me sentía mal lo sabía, porque venía a mi lado, y me consolaba como podía. Ahora me doy cuenta de que desperdicié el tiempo en otras cosas y no estando con él. No haber estado con él el tiempo que a él le hubiese gustado. Siento no haber jugado con él, siento no haberle echo caso, siento todo. Pero sentirlo no va a hacer que él vuelva, porque ya no está y nunca podrá volver. Porque solo se vive una vez. Pero lo que más siento es que pasado toda mi vida con él, y que ahora no estará ahí. Le miro. Ya no volverá, nunca. Aún está en mi mente el recuerdo de la primera vez que le vi, un recuerdo, que siempre permanecerá ahí, ya que ese día fue el más feliz de mi vida, y lo será siempre. 
Le miro de  nuevo. Sigo sin poder contener las lágrimas. Estoy sola junto a él, y la caja que será su ataúd. Acaricio su suave pelaje, por última vez. Ya que voy a depositar su cuerpo inerte en la caja de zapatos. Enjugo mis lágrimas antes de enroscar mis dedos en su rabo, después sobre sus orejas en punta, y por último toco su nariz. Ya no es húmeda, como lo fue antaño. Ahora simplemente es un trozo más de la carne de mi amigo, que no volverá a respirar. Le meto en la caja, y deposito junto a él su pequeño collar. Después, con nuevas lágrimas en los ojos, cierro la tapa, y le digo adiós con el corazón.


maRiiia

SEGUNDA OPORTUNIDAD

Cerré los ojos. Me senté en la cama. Apreté mis manos en la cabeza,y grité muy alto. Desgarrando mi garganta. 
Abrí los ojos. Las lágrimas caían por mis mejillas. La perdí. Ella se desvaneció. Su cuerpo se fue apagando poco a poco, dejando un rastro de sufrimiento a mi lado.
Tuve miedo. Me perdí a mi mismo. Busqué como volver a tenerla a mi lado, aun que era materialmente imposible, porque su cuerpo frágil estaba bajo tierra. Lejos de mi alcance.
No sabía como encontrarla de nuevo. Ya a penas aparecía en mis sueños, y el hecho de que su recuerdo en mi mente se borrase, me hacía perder el control. Entonces volví a sentir el miedo que antes me atormentaba, ese miedo que sentía cuando me quedaba solo en casa y escuchaba los ruidos de la noche. También me sentí impotente cuando su vida se escapó de mis manos, cuando  yo no pude hacer nada para curarla. Ella se fue apagando lentamente, como la luz de una vela se desvanece conforme la mecha se va apagando. Lo intenté todo. Pero mis esfuerzos y los de todos fueron en vano; su cancer ya estaba muy avanzado. Me sentía incapaz de ayudarla, porque tenía miedo de que cualquier cosa que hiciese podía arrebatármela más rápido aún. Pero ella no podía vivir eternamente…
Me levanté de la cama y pensé que la mejor manera recuperarla era colocándome hasta las cejas. Si, por aquel entonces yo era un médico con bastante prestigio, pero su pérdida me hacía perder el control y me cegaba.
Esa noche salí a la calle. Encontré a un camello en un callejón. Compré maría, y me fumé un porro. Volví a casa. Me sentía más feliz. Más animado. Mis penas se desvanecían poco a poco, y ya casi ella me resultaba lejana. Enseguida soñé con ella. La veía a mi lado, la miraba. Ahora se que ese momento de mi vida fue un cambio oscuro, que nada de lo que veía existía y nada de lo que hacía era racional.

Me enganché a la droga. Mi prestigio se fue desmoronando. Hasta que no quedó nada. Me  vi obligado a abandonar el trabajo por el que había estado años luchando. También dejé de pagar el alquiler del piso, y el dueño me echó a la calle.
Gastaba hasta mi último céntimo en droga. Llegó un momento en el que yo dependía de ella.
Pero con el tiempo me comencé a sentir como una mierda. Mi memoria se iba desvaneciendo. Mi salud estaba deteriorada. Ya apenas recordaba quien era yo.  Mi antiguo yo lo veía como algo borroso  y lejano. Dejé de pensar en ella. Olvidé todo. Mi única obsesión era tomar droga, me daba igual la forma. Pinchada, fumada, esnifada, en forma de pastilla.
El alcohol también se abrió un hueco en mi vida, y terminé por vivir en la entrada de un banco. Fui llevado a comisaria infinidad de veces, por hacer escándolo público, por dormir donde no debía… Me sentía humillado ante las burlas de los jóvenes que pasaban y me señalaban con el dedo. Ellos no sabían nada del dolor que yo había padecido antaño, antes de verme arrastrado a la droga y al alcochol, antes de perder mi trabajo, mi casa y mi dinero…
Entonces un día desperté. Cuando abrí los ojos, estaba en una cama de sábanas blancas. Abrí los ojos. Estaba en el hostipal. Había sufrido un infarto.  Ese golpe en mi vida, me hizo recordar el pasado que se había bloqueado y casi olvidado de mi mente. Recordé lo que se sentía al salvar una vida, recordé también lo que era tener una vida sana, la recordé a ella…
Si, ella nunca habría querido que yo tuviese esa vida de mierda. Y fue por ella, por la que decidí abandonar las drogas.
Y no me encontré solo. Mucha gente me ayudo a salir del mundo oscuro en el que yo había ido penetrando con el paso de los años.

Ahora soy una persona nueva. Ha sido difícil dejar atrás los años de adicción, pero por fín los he superado. Me siento libre, y con ganas de seguir ayudando a gente que se ha perdido en uno de los caminos fáciles y peligrosos que nos abre la vida. Gente que se ha perdido para refugiarse y para escapar de la hipocresía del mundo.
He decidido abrir un centro donde ayudarlos, juntando el poco dinero que me quedaba y recogiendo muchas firmas, he conseguido ayudar a muchas personas que lo necesitaban; y es que, todos, necesitamos a veces una segunda oportunidad.

maRiiia

DAÑO

Lunes.  El despertador hace que me levante. No lo hago, porque quiero que mi madre venga a despertarme como cuando era más pequeña. Me acurruco entre las sábanas,esperando que la puerta de mi cuarto se abra, y mi madre me estreche entre sus brazos. 
No quiero ir al instituto, y el que no quiera ir, no se debe a que no me guste estudiar, porque eso si que me gusta. Estudiar hace que salga del mundo cruel e insensible que me rodea. El motivo por el que no quiero ir a clase, esque, allí hay persona que me hacen sentir mal, fuera de lugar, y eso me duele.
Mi madre no ha venido a despertarme, y ya debería estar desayunando. Me levanto sin ningunas ganas, y me preparo el desayuno. Miro con un suspiro el calendario que está colgado en la pared de la cocina. El viernes tendré que hacer una exposición oral delante de todo mi instituto. Y la simple idea de subirme a una tarima, hace que se me quiten las ganas de existir.
Termino de tomarme la leche caliente, me visto y voy al instituto.
Llego a casa llorando. He escuchado los comentarios desagradables sobre mí, a las chicas que se sientan delante de mí en clase. Los han dicho “sin querer” demasiado alto.
Ya no se que hacer. Cada día me dan menos ganas de ir al instituto. Mis compañeros me hacen demasiado daño, y mis amigos intentan apoyarme, pero no saben que hacer ante la situación.
Miércoles. Cuando he llegado al instituto había un dibujo amorfo hecho a tiza blanca en la pizarra. Me representaba a mí. Leo los comentarios que han puesto al lado del dibujo, son tan desagradables como siempre. Aguanto las ganas que tengo de llorar.
A penúltima hora tengo educación física, y la profesora me saca para enseñar a la clase como se hace un ejercicio. Escucho las risas de mis compañeras. Las lágrimas se acumulan en mis ojos, pero no puedo permitirme darles el gusto de verme derramar lágrimas por sus actos en contra de mí.
Para finalizar las clases tengo historia, y el profesor nos dará las notas de los exámenes. No me equivoco, el señor mayor que nos da historia nos entrega los exámenes sobre la Revolución Francesa. Cuando me entrega mi examen, me dirige una mirada severa, miro la nota. Y de nuevo las ganas de llorar me embargan. Mis notas han descendido. Ya apenas estudio, pensando  en  lo que he podido hacer mal, para que mis compañeros me traten de ese modo. Y el tiempo que estudio lo hago vagamente y no dejando de pensar en porqué me hacen daño.
Viernes. Ha llegado el día de mi exposición oral. Me armo de valor cuando entro en clase, pero en seguida me derrumbo. Un grupo de chicas de mi clase me señalan con el dedo con carcajadas sonoras. Me siento en mi mesa y hago como si repasase mi exposición.
Una de las chicas de mi clase se acerca y me tira del pelo, riéndose y burlándose.  La ignoro y sigo concentrada en mis apuntes, con el corazón martilleandome en las sienes. No se como decirle que me deje., Tengo miedo de que al hacer eso me cojan más odio…
Después del recreo, una de las chicas esas que me hacen daño, me invita a saltarme las clases, porque dice que me quiere poner guapa para que deslumbre en la exposición. No le digo que no, y voy con ella a los servicios. Dice que mi corte de pelo está pasado de moda, y saca unas tijeras de su mochila.
Zas. Zas. Zas. Y mechones de mi rubio dorado, caen sobre el lavabo y el  suelo. Me ha dicho que no me mire en el espejo. Le hago caso. Después me maquilla y me da ropa, extremadamente apretada. Le hago caso de nuevo y me pongo el conjunto.
Cuando ya estoy lista, según su parcer, le doy las gracias por haberme ayudado y el timbre suena.
Salgo hacia el salón de actos. Todo el instituto está ya comenzando a sentarse en las sillas y bancos. Un profesor me dice que me siente y junto al escenario, y que espere a mi turno.
Una serie de alumnos salen al escenario. Unos tocan música, otros bailan, otro leen poesía, etc. Y ya es mi turno de salir al escenario. El profesor encargado pone mi pen en el ordenador, y el power point con mi trabajo se ve en el proyector. Escucho las risas de todo el mundo, y no exagero diciendo que son las risas de todos. Comienzo a contar mi trabajo. Hay gente que se muestra interesada en las palabras que salen de mi boca; pero entonces cuando ya casi me he olvidado de que estoy en un escenario. Escucho las palabras que salen a gritos de la boca de una de mis compañeras. Insultos, palabras mal sonantes. Toda la gente la mira.  Y yo definitivamente rompo a llorar, bajo del escenario corriendo y salgo del salón de actos. Me meto en los aseos. Me miro en el espejo. Mi pelo que había sido largo, ahora está corto y con trasquilones. Hay una especie de flequillo que es demasiado corto y encrespado. El maquillaje de mi cara es exagerado. Demasiado rimel, demasiada sombra de ojos verde. La base de maquillaje clara, hace que mi cara parecza blanca, y mis labios ahora están pintados de un rojo brillante. Mis lágrimas hacen que el maquillaje se me corra. Miro la ropa que tengo puesta. Los pantalones demasiado estrechos están rotos y la camiseta manchada y rasgada. Parezco un auténtico payaso.
Me quito el maquillaje, y me pongo mi ropa. Espero  con  lágrimas en los ojos a que suene el timbre. Nadie ha venido a buscarme. Cuando la alarma indica que las clases han terminado, salgo fuera del centro, a esperar a la chica que me ha hecho esto. Ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Cuando el grupo de amigas que me critican salen y me ven, rien con aire triunfal, y se dirigen a donde estoy yo, repletas de insultos.
Cuando la chica que me ha cortado el pelo, va a abrir la boca, mi mano se dirge a sus labios, y le doy un fuerte puñetazo. Me mira con rabia y se lanza a mí, como una serpiente, repleta de veneno. Sus dedos tiran de mi pelo. Mis puños la golpean en la cara y en el cuerpo. Ella me muerde, y sus amigas me sujetan y me golpean. La gente del instituto se apelotona a nuestro alrededor. Y corean mi nombre, para darme fuerzas.
Por primera vez en mucho tiempo, me siento llena de valor. Y grito palabras hacia ellas.
-¡Nunca más! No volveréis a hacerme daño. Creéis ser las amas del mundo, pero no lo sois, porque haciendo daño a los más débiles no vais a llegar lejos. A mi me habéis hecho daño, pero ese daño me ha hecho fuerte. No soy ni gorda, ni fea, ni puta. No sabéis nada de mí, y por lo tanto no tenéis derecho a opinar sobre mi aspecto ni a juzgar mis actos. ¿Sabéis por qué me atacábais? Simplemente porque me teneis envidia, y queréis ser el centro de atención, pero os aseguro, que así, no váis a conserguir nada.
Dichas estas palabras salgo del circulo de gente que se a formado a nuestro alrededor, y entre vitoreos abandono el lugar.
Por fin, siento que me he quitado un peso de encima, ahora soy fuerte, y ya no me harán daño de nuevo.

maRiiia        

domingo, 4 de septiembre de 2011

Bienvenida, María!!!!

Bueno, quiero informaros de que. . .  Tenemos una colaboradora en el blog!!!!!!!
Nuestra amiga María, de Leyendo Sobre Nubes, ha accedido a participar en el blog, incluyendo algunos de sus relatos e historias.
A mí me gusta mucho su forma de escribir, y espero que a vosotros os guste tanto como a mí.
Gracias, María, esperamos tus relatos!!!!!!