sábado, 27 de agosto de 2011

Secuestro: (Cap. II )

Plic. Ploc. Plic ploc plic ploc plic …
-¡Oh, encima llueve!- se queja Marie- ¿Oiga, falta mucho para que acaba este maldito viaje, conozcamos a ese odioso amo suyo y nos podamos ir a casa?- le pregunta al conductor, indignada.
-¡Marie!- la riñe Michael
-Déjala, señorito- dice con calma el conductor- Déjala que descargue.
-¡Sí, descargo y sigo descargando! ¡Me han metido en este taxi falso, del que no podemos salir, me están llevando a no sé dónde y no podemos parar ni a comer! ¡Esto es secuestro, y no estoy dispuesta a permitirlo!- amenaza sacando el móvil.
-Marie, por favor, ¡cálmate!- dice Laura, asustada.
-No, Lau, no puedo, ¡quiero ir a casa!- empieza a sollozar Marie.
-Marie, tranquila, vamos a ir a casa enseguida, en cuanto veamos a su amo, porque ya estamos por llegar, ¿verdad?- le pregunta Michael al conductor.
-Sí, sí, ¡ya falta poco!- responda el conductor.
Tranquila, tranquila…- la calma Laura, acariciándole el pelo- Duérmete un rato, ¿quieres?
-Vale…- acepta Marie, recostándose, mientras Laura le acaricia.
-Ya está, ya se ha dormido-dice Laura, aliviada.
-¿Quieres dormir tú?- le pregunta Adrián.
-No, el conductor ha dicho que falta poco, y ya sabes que me cuesta mucho despertarme.
-Puede dormir tranquila, señorita- le dice el conductor, mirándola por el espejo retrovisor-. Todavía falta bastante. De alguna manera había que calmar a su amiga…- se excusa.
-Entonces sí- dice Laura, enterrando el rostro en el ancho pecho de Adrián, mientras él la abraza. No tarda en dormirse.

Cuando Laura se despierta, ha pasado la noche. El horizonte se ve rosáceo por el alba, y Marie y Michael están dormidos todavía. Adrián tiene los ojos bien abiertos, con expresión cansada, pero bien abiertos.
-¿Falta mucho?- pregunta, adormilada aún.
-Menos que antes- contesta el conductor.
-¿Qué? Venga ya, llevamos casi un día entero viajando, ¡no puede estar tan lejos!
-Ya falta menos. Estaremos allí a media tarde.
-¿¡Todavía falta tanto!?- farfulla Marie, incorporándose, mientras pasa una mano por sus rizos castaños.
-Ya os lo he dicho, estaremos allí a media tarde. 
                                                                                                      
Pasó la mañana y el mediodía, estando todos hambrientos y aburridos. Sobre las 3 de la tarde, el conductor paró el coche.
-¡Ah, estoy completamente entumecida!- dice Marie al bajar del coche.
-Y yo…
-Yo tengo muchísimo hambre...
-Por favor señoritos, dejaos de quejas y seguidme- les dice el conductor.
Después de coger las mochilas del maletero, se dirigen a una colina cercana. En lugar de subirla la rodean, y el conductor, al apretar una roca oculta, los conduce a un pasadizo secreto.
-¡Ay!- exclama Laura, al resbalarse. Por suerte, Adrián la sujeta y no se hace daño.
-Ah, por cierto, cuidado con los charcos- dice el conductor.
-Tienen problemas graves de goteras aquí, ¿no?- pregunta sarcásticamente Marie, mirando al techo, a la vez que recibe un buen codazo de su hermano.
-Pues sí, sobretodo después del chaparrón de anoche.
-Perdone, pero, ¿cómo se llama usted?
-Podéis llamarme Nef- dice el conductor.
-¿Qué significa?
-No queráis saberlo- responde simplemente.
Al cabo de unos veinte minutos encuentran otra puerta. Por suerte, esta no conduce a ningún pasadizo encharcado con goteras, sino a una sala grande y espaciosa, con un gran fuego en la chimenea y varios grandes y mullidos sofás. También notaron que tenía un techo muy alto, sostenido por varias columnas.
Junto al fuego había un hombre, de espaldas a ellos. Al entrar se giró, y notaron que no tenía nariz. Por eso, su voz sonaba extrañamente nasal.
-Oh, mi querido Nef, ¡los has traído! ¡Muchas gracias!
-Mi amo, sabéis que siempre cumplo con mi deber.
-Supongo que estarás agotado… Puedes retirarte- le dice señalándole una puerta a su derecha.
-Gracias, mi señor- farfulla antes de cruzar la puerta indicada.
-¿Quién es usted?- pregunta desconfiado Michael, acercándose a su hermana. Adrián hace lo mismo con Laura.
-Querido, yo soy vuestro protector.
-Protector…¿De qué nos protege?- pregunta Marie
-Os protejo de…

Secuestro: (Cap. I )


-No me lo puedo creer. ¡Realmente me has arrastrado hasta aquí! – exclama Michael
-Vale, lo siento, ¡pero reconoce que el folleto se equivocaba!- replica Marie
  Michael y Marie son mellizos, y se han ido de vacaciones con sus amigos Laura y Adrián. Pero el camino que mostraba en el mapa que les dio la agente de viajes se cortaba a mitad de camino en un barranco perdido en medio de un bosque, así que estaban allí perdidos.
-Bueno, pues llama a esa tal Julia, la agente de viajes. Dile que nos ha mentido y que nos devuelva el dinero.
-No hay cobertura- explica Marie al colgar el teléfono- ¡Nos la ha jugado muy bien!
-La verdad es que sí…- admite Laura
-¡De eso nada! ¡Nadie se la juega a Michael Vicente…- todos empiezan a poner cara de aburrimiento, mientras que él, ajeno a todo, sigue con su discurso - …porque yo soy un hombre de palabra, y a un hombre de palabra no se le falta el respeto de tal manera, porque…!
-Oye, tío, ¡que no hace falta que hables como en el siglo XIX! – interrumpe Adrián
-Déjalo –dice Marie –Es que mi hermano es así: ¡ANTICUADO!- se ríe
-¿¡ QUÉ !? –se enfada Michael
-Oigan, relájense un poco, ¿vale?- baja los humos Laura- Vosotros dos, dejad en paz a Michael, y tú, Mike, no te irrites tanto, solo son tonterías.
-¿Me dejas tontear contigo?- Le pregunta cariñosamente Adrián, acercándose a Laura, su novia. Son pareja desde hace un año y medio, y se quieren mucho.
-No –lo rechaza Laura suavemente -, tenemos que salir de aquí.
-Estoy de acuerdo. ¿Sugerencias?- pregunta Marie.
-¿Hacer dedo?
-No, muy poco fiable.
-Emm… ¡Ya sé!- dice Adrián- Vamos a hacer dos grupos: uno va a buscar cobertura y llama a un taxi, y el otro se acerca a la carretera con las mochilas y hace dedo.- dice, triunfante.
-¡Vale! ¡Yo voy con Lau a buscar cobertura!- dice Marie, cogiéndola del brazo e internándose en el bosque. -¡Hasta luego!
-¡Eh, pero…!- dice Adrián, pero las chicas ya se han ido.
  Los chicos cogen las mochilas y se van hacia la carretera cercana. A la hora vuelven las chicas, diciendo que ha llamado a un taxi y que está en camino. Cuando éste llega, guardan las mochilas en el maletero, suben, y le piden al conductor que los lleve a Londres, que asiente y arranca el coche. Después, cada uno de ellos se centra en lo suyo.
Delante va Michael, escuchando música con su Ipod. Detrás, Adrián y Laura van cogidos de la mano, hablando en voz baja. Marie mira por la ventana, distraídamente. De repente la pregunta al conductor:
-¿Pero dónde vamos? ¡Por aquí no se va a Londres!
-Lo sé- dice el conductor.
-Entonces, ¿por qué no coge el camino que nos lleve hasta allí?- pregunta Laura, alarmada.
-Porque mi amo me ha ordenado que os lleve hasta él.- responde tranquilamente el conductor.
-¡Ni de broma! ¡Pare el coche!- grita Marie.
El conductor para, pero cuando quieren salir, no pueden. Ha cerrado el coche.
-Oiga, déjenos marchar o…- empieza a amenazar Adrián.
-¿O qué?- dice el conductor con una sonrisa burlona- ¿Llamáis a la policía? ¿Y cómo le decís dónde estamos?
-Por favor, déjenos marchar, ¿qué le hemos hecho?- suplica Laura.
-Eh, ¿qué pasa aquí?- Michael empieza a reaccionar.
-A ver, señoritos, éste es el trato: vosotros os comportáis bien durante el viaje y la visita a mi amo, y cuando éste consiga lo que desea de vosotros, os dejamos marchar, ¿de acuerdo?
-Pero, ¿qué quiere tu “querido amo” de nosotros? ¡Somos unos chicos normales y corrientes, no tenemos nada importante!- se empieza a desesperar Laura
-Shh, tranquila…- la calma Adrián, abrazándola. Mira a Michael, que asiente resignado; y a Marie, que hace lo mismo, añadiendo una mirada de odio al conductor, sin que se de cuenta- Está bien, iremos con usted. Pero cuando su amo sepa que no tenemos nada para él, deben dejarnos marchar. ¿Lo promete?
-Sí, señorito- dice el conductor.
-Bien pues, llévenos con su amo.
El viaje fue largo, largísimo, y aburrido. No pararon ni a comer. Todos protestaron, pero el conductor no le hizo caso.
-Bueno, díganos, ¿cómo es su amo?- pregunta Laura, rompiendo el silencio.
-Es un hombre admirable, grandioso en verdad.
-Es… ¿Bueno?-pregunta Marie
-Puede llegar a serlo, al igual que puede llegar a ser muy malo- responde el conductor.
-¿Y dónde vive?
-En un lugar apartado.
-¿Tiene familia?
-Asesina a todas sus esposas- responde, impasible.
Laura y Marie se miran horrorizadas, y Adrián busca la mano de Laura, apretándola con fuerza.
Desde ese momento no hablan más.