sábado, 12 de mayo de 2012

Antítesis

-¡Mamááá...! ¡Te he dicho que no quiero ir! - gritó Celia, enfadada.
-¡No me importa que quieras ir o no , pasarás allí todo el verano!- contestó su madre.
Celia se estremeció al pensar en lo que le esperaba: un verano ENTERO encerrada en una maldita escuela-residencia privada femenina de verano. Grrr... ¡Cómo si no fuera suficiente con ir a clase durante todo el curso! Intentó no recordar que sus amigos se divertirían en la playa, mientras que ella sufriría encerrada en... ¡Basta! No iba a pensar más en ello. Se deprimiría tanto que no podría seguir intentando convencer a su madre de que la dejara no ir, y esa no era una idea que le agradara.
-Maaaaaaaaaaaaamiiiii.... ¡Por favor! ¡No puedes pedirme que me pase TOOOOOOODO el verano encerrada allí!
-Celia, ya hemos hablado de esto. No te has comportado como debías, y vas a pagar por ello.
-¿¡Estando en una residencia privada femenina todo el verano!?
-Exactamente.
Celia lo sabía, no era la hija ejemplar, precisamente... A sus 17 años fumaba, se escapaba de casa para ir de discotecas, tenía "líos" con chicos... Por no hablar de clase: no estudiaba nada, suspendía casi todas las asignaturas... Y también tenía un carácter muy potente: ¡más te valía no faltarle el respeto, porque podía llegar a pegarte! Ella se excusaba diciendo que eran misterios de la genética, pero en el fondo  hasta ella misma sabía que el adjetivo que mejor la calificaba era "conflictiva". Si no estaba metida en una pelea o lío, montaba uno. Pero, a pesar de todo eso, no se esperaba que su madre la castigara así.
-A ver, mamá - empezó a decir con la mayor paciencia y tranquilidad posible - sé que no soy perfecta, precisamente, ¡pero tampoco puedes hacerme esto! - terminó gritando -¿Nunca hiciste ninguna trastada?
-No es cuestión de haber o no hecho alguna trastada, sino que este año has suspendido las doce asignaturas, aparte de que casi te expulsan DOS veces y de que tienes varios partes de incidencia. Hija, ¿por qué haces tantos problemas?
-Yo no los hago, ni los quiero, ¿crees que sí? Solo es que... Bueno, los problemas me persiguen a mi, ¡no es mi culpa!
-Basta, no hay más que hablar, Celia, vas a ir al Teater este verano, punto final - su madre se dio la vuelta y salió de la habitación de Celia. Ésta la siguió hasta el salón, intentando convencerla. Estaba a mitad de frase cuando llegó su padre. Éste le imponía muchísimo respeto, pero en aquel momento estaba fuera de sí y siguió gritando.
-¡Celia! - dijo su padre con su voz grave.
Ahora sí se calló.
-Vas a ir a Teater, ¿de acuerdo?
-Pero yo... - dijo Celia, con voz débil
-No hay otra opción. Lo siento. Vete haciendo ya la maleta. Estarás allí en 3 días.
-Sí, papá - dijo Celia con la cabeza baja.
Volvió a su habitación y cerró la puerta. Empezó a separar las cosas que se llevaría: el portátil y su cargador, la cámara de fotos y su cargador, el neceser, algún bolso, ropa... Éste era el tema más delicado, ya que tendría que usar uniforme  y no podría utilizar su ropa muy a menudo. Siguió rebuscando en su armario, indecisa.

                                                                       *        *       *

-¡Mamááá...! ¡Por favor! - Gritó Alicia.
-Ali... Te he dejado muy claro que no vas a ir, lo siento mucho.
Alicia estaba en la situación totalmente opuesta a la de Celia. ella quería ir al Teater, y sus padres no se lo permitían.
-¡Por favoooooooooorrrrrrr.....!
-No, mi decisión es firme.
-Mami... Este año he sacado todo sobresaliente en la 2ª Evaluación, y probablemente será igual en la 3ª. Además, no he tenido ningún problema en clase, ni con mis amigas. ¿Por qué no me dejas? Dinero para pagarlo no nos falta, y sabes que lo voy a provechar.
-No vas a ir, y punto final- dijo su madre, saliendo de la habitación.
Alicia la siguió, y se enfrentó a ella en el salón, también. En ese momento llegó su padre. Éste la adoraba. No habían más palabras. Alicia supo así que tenía la batalla ganada. Dejó de intentar convencer a su madre para atacar las débiles murallas de su padre.
-Paaaaaaaaaapiiiii... poooooooooorfaaaaa, déjame ir al Teater este verano... Sabes que me hace mucha ilusión... Porrrrfiiii...
-Esto... Mary, ¿tú qué opinas?- le preguntó a su esposa
-Yo ya le he dicho que no, pero me imagino que tú querrás dejarla que vaya, ¿no?
-No veo el motivo para decirle que no - replicó Carlos, el padre.
-¿Podemos hablar un momento en la cocina?
-Emmm... Claro, por supuesto.
Ambos se van a la cocina, dejando a la dulce Alicia sola en el salón.
-Carlos, no quiero pasar otro verano sin ella... El anterior me resultó muy difícil, y, además, no la tuve controlada como aquí, y ya sabes lo que me incomoda eso. No pienso permitir, de ninguna manera, que Alicia se mezcle en grupitos extraños que se... droguen, y fumen... y todas esas cosas, y si ella no está aquí no puedo controlarla...
-Mary... Tu hija va a cumplir ya 17 años a mitad de Junio, ¡no puedes controlarla constantemente! No te digo que vaya a ser bueno que se junte en grupitos feos, pero tampoco lo va a ser que se quede solísima en casa durante todo el verano.
-¡Pero si yo no pretendo eso! ¡Yo la dejaría con Lewis, el mayordomo! ¡No estaría sola!
Una mirada de reprobación de su marido le cerró la boca.
-Pero... Pero...
-Mary... -su marido se acerca a ella y la abraza, apretando la cabeza de ella contra su pecho - Yo sé que quieres protegerla, y que todo lo que haces es por su bien, pero... Así le haces más mal que bien. Pasar el verano en el Teater le abrirá muchas puertas, especialmente ahora que va a pasar a la universidad. Además, también le aporta un bien sentimental: ella se siente feliz allí, tiene incluso un grupo de amigas. Déjala ir, ya verás que no le pasa nada.
-Pero es mi... mi bebé, ¿y si se mete en un grupo malo de chicas rebeldes...?
-Eso no va a pasar: primero, porque ella es muy buena chica y muy inteligente, así que no se meterá, seguro; y segundo, porque el Teater es un colegio bueno, de chicas de buenas familias, que no tienen malas influencias, así que no pasará nada. Lo prometo. Ahora, ¿quieres ir a decírselo?
-Vale- dice Mary , secándose las lágrimas- Más te vale tener razón- y besa a su marido.

Minutos después, Alicia está que estalla de la felicidad, no cabe en sí misma de la alegría que tiene. ¡Podrá ir a su querida escuela! Y, en secreto, ¡Podrá volver a ver a su queridísimo novio! Tal vez después de este verano consiga convencerlo (y a sí misma) de atreverse a contárselo a sus padres.