martes, 29 de noviembre de 2011

Sincérate... Por favor

Nina y Tom empiezan una relación. Poco a poco se van soltando... Y cogiendo confianza, como... Bueno, como una pareja normal.

                                                                        *          *         *

A ver... Ya me he puesto el vestido, los pendientes, la pulsera dorada, y... ¡Ya sé qué me falta! ¡Las bailarinas! Uhm... ¡Las tengo! Cada vez que las miro recuerdo que, una de las primeras veces que me las puse, fue cuando empezó todo con Tom, hace ya... ¿Seis meses? Guau, qué rápido pasa el tiempo... Miro el reloj, y veo que me da tiempo a hacerme una trenza, lavarme los dientes y bajar. Sigo viviendo en este edificio aaaaalto, en mi pisito de colores claros. En diez minutos estoy abajo, ya enviándole un mensaje  a Tom para ver donde está. Acabo de darle al botón de "Enviar" cuando veo las luces de su coche en la esquina.  Para delante mío, subo al coche y le saludo con un beso.
-Hola - me dice, con esa voz que tanto me gusta -Estás preciosa.
-¡Gracias! A mi me gusta tu camisa -respondo con una risilla.
Vamos en coche hasta un restaurante de pasta que queda cerca del Río Hudson. Cenamos allí, tranquilos, comiendo comida rica y charlando sobre nuestro día de hoy. Cuando le pregunto sobre su trabajo, me responde con evasivas, y cambia rápido de tema. Estoy disfrutando, y aparto esa vocecilla de mi mente que sospecha de él. Ya abordaré el tema más tarde. Cuando terminamos de cenar, paseamos un rato por la orilla del río, y luego vamos a casa, mi pisito.  Le vuelvo a preguntar sobre el trabajo, y termina enfadándose y yendo a su pisito. Me siento en mi cama, triste porque hoy dormiré sola. ¿Qué pasará...?

                                                                      *          *         *

Vamos a ir a cenar al restaurante ese cerca del Hudson, que tanto me gusta. Paso a buscarla, vamos, cenamos, todo bien. Hasta que me pregunta sobre qué tal en mi trabajo. "Oh, no", pienso, y rápidamente me invento una excusa y cambio de tema. La miro de reojo, y veo que ha bajado la cabeza hacia su plato, ocultando su cara bajo la cortina de pelo, en ese gesto tan suyo, y sé que está dudando. Quiero contarle todo, entregarme entero a ella, y cuando estoy separando los labios, veo que levanta la cabeza, con una expresión resuelta, y, si no me equivoco, ha dejado de pensar en el tema. Ya se lo contaré en otro momento... Terminamos de comer, paseamos un poco y vamos a su casa. Miramos un poquito de una peli que dan en la tele, y durante la publicidad, me vuelve a preguntar.
-Oye... Dime, ¿qué pasa con  lo de tu trabajo?
-Te he dicho que no quiero hablar de eso... Por favor, Nina, no insistas...
-Es que, Tom, una relación se basa en confianza y sinceridad ABSOLUTA en el otro, y si no me dejas que me fíe de ti, ¿cómo quieres que sigamos?
-Nina, quiero contártelo, pero es que...
-¿"Es que..." qué, Tom? Si esto va a seguir así, mejor me voy a dormir.
-Bien, yo me voy a MI casa, ahí no me acosan a preguntas.
-Bien, yo me voy a MI cuarto, donde no hay secretos.
-¡BIEN!
-¡BIEN!
Y me voy, dando un portazo. Subo al coche y pongo Rock, lo único que hace que no piense. E, inconscientemente, paso las canciones hasta llegar a la que más le gusta a ella. Cuando me doy cuenta, cambio bruscamente de canción, y llego a casa. Al dejar de escuchar música, vuelven a mi cabeza los pensamientos de vergüenza y remordimiento. Me echo en la cama, y muchas veces marco su número, o escribo el mensaje en el que le explico todo, pero nunca acabo. Siempre termino volviendo a dejar el móvil sobre la mesilla de noche. Busco en la tele algún partido de fútbol que me distraiga. Evito inteligentemente el canal donde estaban dando la peli que veíamos, y me duermo escuchando los comentarios sobre el partido y un montón de ideas para disculparme.
                                                       

viernes, 25 de noviembre de 2011

Poesía #3

              YO
Yo, el desvergonzado,
travieso, alocado,
que por ti me atrevo
y todo lo pruebo:
magia, equilibrismo
o malabarismo;
que bailo con zancos
o salto los bancos,
que ensayo piruetas
con mi bicicleta
o ando de cabeza
con las piernas tiesas;
que hasta disfrazado
paso por tu lado
para que me mires,
para que suspires,
por el superpibe
que todo consigue...
No me animo, hermosa,
a hacer una cosa,
la más sencillita,
tan dulce y bonita
como tu mirada
-pichoncito de hada-
Ah, que tengo miedo,
que no, que no puedo,
decirte un sincero:
¡Te quiero!, ¡Te quiero!


                                   Elsa Bornemann
                                   El libro de los chicos enamorados, Alfaguara.

Poesía #2

 ROMANCITO DE TODOS LOS COLORES

Blanca cuando te encontré.
Cuando te miro, rosada,
o -de sol entre los ojos-
te pones anaranjada.
Azul azul cuando ríes
te vuelven las carcajadas
y tu sonrisa es celeste,
fruta negra en la mirada.
Juegas de verde o violeta,;
si sueñas, otra vez blanca.
Grisecita cuando lloras,
por lluviosa y por nublada.
No sé por qué me pareces
amarilla cuando callas,
como si sombra de trigo
sobre ti se reflejara.
Sólo me falta encontrarte
colorada colorada:
será cuando con un beso
yo te tiña, enamorada.

                                 Elsa Bornemann
                                 El Libro de los Chicos Enamorados, Alfaguara

Poesía #1

                                                                             RESPUESTA


Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras,
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde. [...]

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,
siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría querría que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte. [...]

Si ahora yo te dijera,
que es tu vida esa roca en la que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llana de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...

Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, qué sabores, contactos, sonidos?

Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?

Sin palabras, amigo, tenía que ser sin palabras,
como tú me entendieses.

                                  José Hierro
                                  Antología, Visor

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ánimo ;)

Woow! ¿Por que hay esas personas que te hacen suspirar?? ¿Que hay de esas por las que te mueres en deseos de besar? ¿Y las que aparecen en tus sueños?
Todas ellas terminan siendo la misma persona; esa que deseas ver cada mañana al despertar, esa que esperas que te robe un beso, esa que quieres que te diga palabras bonitas en el oído, con la que quieres llegar a más, esa  que quieres por encima de todo, y también es esa persona que nos parece inalcanzable, lejana.
Quizás hay que dejarse llevar un poco, y no ser tan tímido. A lo mejor esa persona por la que suspiras siente algo, y tu no te das cuenta, y los dos os estáis fastidiando...
Mírate en el espejo y di le a tu yo interno que eres capaz de comerte el mundo de estar con la persona que deseas, no seas tímido/a, hay que lanzarse ahora, por que.. ¿qué nos quedará cuando seamos mayores? Nos quedará un pasado lleno de sueño rotos... Amores imposibles y otras cosas que no merece la pena nombrar.
Yo te hablo desde mi experiencia, no te des por vencido/a!! Lucha por lo que quieres!! Por esa persona por la que sientes algo, atrápala o después te arrepentirás años más tarde, se fuerte. No te rindas!!

Mientras yo seré una mera espectadora, mientras tú desarrollas tu camino por la vida, mientras te tropiezas y te vuelves a levantar. En tus penas, piensa en mi, y en mis palabras, quizás te ayuden a sacar una sonrisilla cuando más triste estés.
Sonríele a la vida, si te hacen daño no te hagas una coraza demasiado gruesa, o después juzgarás a todo el mundo y te verás en la soledad. Aprecia tus amigos, y no les des la espalda en los momentos complicados. Si amas y te sientes amado, nada se interpondrá entre tu y tus sueños.

Y ahora... Ánimo!! Lucha! Vive tu vida a tope! No te dejes engañar por aquellas personas que fingen creer en tu felicidad, y no dejes que destrocen tus sueños e ilusiones, no cambies por personas que no merecen la pena! Y logra conseguir tus sueños!!

Espero que con esto, os ayude en algo si estáis deprimidos/as!! Besos a todos los que leen el blog!!

maRiia

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Por qué?

¿Por qué? ¿Por qué hacéis que todo sea tan difícil, cuando en realidad es tan sencillo? ¿Por qué os estresáis, y me estresáis con esos problemas de niños pequeños? ¿Tanto cuesta, digo yo, taaanto, pararse a pensar en lo que te dicen, reflexionar sobre ello, y pensar si es verdad? A veces, en serio, a veces me gustaría ser capaz de dejar de escuchar a voluntad, para dejar de oíros pelear. Porque uno tiene razón en algo, y el otro se equivoca en eso, y el otro tiene razón en otra cosa y el uno se equivoca en eso, y no lo sabéis ver, no lo podéis aceptar. Y lo peor es que yo estoy en el medio, y no me escucháis, y si intento dividirme, os ponéis celosos... Yo no tengo la culpa de esto, ni la responsabilidad de arreglarlo. Y si no sois capaces de entenderlo, pues allá vosotros. Yo no voy a meterme más.

martes, 8 de noviembre de 2011

Amistad... Y algo más

Bueno, Nina y  Thomas (así se llamaba su nuevo conocido), hicieron buenas migas, y empezaron a quedar siempre que podían. A veces iban al cine, otras a correr por el parque, o simplemente charlaban en casa de alguno de los dos. Tenían varias cosas en común, y se llevaban muy bien.
En una fiesta, en casa de uno de sus amigos, en pleno verano, ocurrió algo, algo que cambiaría su relación.

                                                                 *             *           *

Qué buena tía es. Me cae super bien. Nos conocemos desde hace bastante tiempo, y nos llevamos bien. Esta noche William hace una fiesta, y por supuesto, no nos la vamos a perder. Me doy una ducha, busco un poco de ropa decente, me arreglo y paso a por Nina. Le "wasapeo" antes de llegar, ahora en su calle es muy dificil para aparcar. Me dice que está casi lista, que la espere unos minutos. Cuando paso por la puerta del edificio, veo que hay un sitio justo ahí, así que aparco, y subo a su piso. Como siempre, ha abierto un poco la puerta, para que corra aire. Entro, sin hacer ruido, y toco la puerta de su habitación. Ella abre, sorprendida. Al ver que soy yo, me abraza y vuelve al baño, para terminar de maquillarse, ya que tiene un ojo pintado de negro y otro no. Me pide que saque del armario los tacones rojos, esos que le gustan tanto. Me vuelvo a fascinar de que sea capaz de caminar con zapatos tan altos. Cuando sale del baño, hablando rápidamente, no ve un charco que probablemente ha dejado con su pelo mojado, y se resbala. Yo la cojo a tiempo, y nos miramos, con una chispa de entendimiento en la mirada. Le duele el tobillo, por lo que la cargo en brazos y la siento en la cama.
-Creo que está un poco hinchado- le digo.
-Sí, me duele un poco...
-Pues creo yo, señorita, que tiene prohibidos estos zapatos por unos días- le digo, a la vez que aparto los tacones de su alcance.
-¡No...!- replica, pero al ver mi cara de "NO TE LOS VAS A PONER", desiste- ¿Y entonces qué zapatos me pongo? Porque las deportivas no combinan con mi vestido- ataja a mi comentario silencioso.
-¿Tienes unos zapatos bajitos?- le pregunto, y sin esperar respuesta, miro en su armario. Encuentro unas bailarinas rosas, simples, pero bonitas- ¿Y estas? Son bajitas, bonitas y te combinan.
-Tráemelas.
Se las pone, se levanta, y veo que está guapísima. Intenta caminar, y flaquea un poco al primer paso del pie herido. Paso mi mano por su cintura, por si acaso, y la miro, preocupado. Ella alza la vista para ver si estoy bien, y en ese momento, en el que sus ojos, esos tan verdes, se conectan con los míos, y siento que saltan chispas. Hace un tiempo que nos ocurre esto, que de vez en cuando cruzamos una mirada, nos rozamos sin querer, y sentimos que le damos al otro todo lo mejor de uno mismo. Bueno, por lo menos eso siento yo. No sé ella, pero en esos momentos, estoy seguro que sentimos lo mismo. Después, dudo, y no me atrevo a decirle que la quiero, que estoy loco por ella, que la necesito para que mi vida tenga valor. Pero sí lo tengo claro. Sobre todo desde esta fiesta.

                                                                 *             *           *

Uff, uff. Qué fuerte. Esa mirada me ha estremecido entera por dentro, esos ojos color miel a veces, o color arena, me matan, se carga todas mis defensas. Él me saca de quicio, pero también me hace reír como nadie, y, también, despierta estas sensaciones en mi interior. Tom y yo, callados y tensos, nos subimos al coche y vamos a casa de William. Cuando llegamos allí intentamos hacer como que no pasa nada, pero yo estoy muy confusa, y con la excusa de ir a tomar aire, salgo a la terraza. Cuando vuelvo a entrar he tomado una decisión, y la cumplo. Por un rato me olvido de todo y solo bailo, al ritmo de la música. Finalmente, cuando termina la fiesta, los amigos más íntimos de William nos quedamos a ayudarlo a recoger todo, y cuando acabamos, alguien sugiere que juguemos a la botella. Yo acepto, sin pensar en lo que puede pasar. A Amy le toca besar a Paul, su novio, y luego le toca a William besar a Claire. Y cuando me toca a mi, me bloqueo. Giro la botella dividida entre querer que le toque a él y no querer. Y... ¿sabes qué? Le toca a él. Tímidamente, me acerco a él. Siento el corazón en la garganta, oigo mi pulso en los oídos, lo que impide que oiga nada más. Y finalmente, mis labios rozan los suyos, que responden a mi beso. Nos separamos, y nos reímos todos juntos, como si nada. Pero él y yo sabemos que ha pasado algo, y cada vez que nos miramos, saltan chispas. Digo que estoy cansada, y que quiero ir a casa. Cojo mi bolsito y me despido de todos. Tom me sigue, y subimos a su coche. Hablamos un poco de la fiesta, pero siento la lengua seca como un desierto, y tengo la mente en blanco. Todos mis sentidos están recordando ese beso, y no lo puedo olvidar. La conversación es breve, y perdida en mis pensamientos, no noto que llegamos a mi edificio. Ya en el portal, me giro, y le pido que salga del coche. No me aguanto y le doy un suave beso, y para mi sorpresa, me responde, con urgencia, con ganas. Siento que me muero, y por suerte, él está ahí para sostenerme. Y ahí empezó nuestra relación.

                       

Ahí está la puerta, así que: FUERA DE MI VIDA!

Me dejaste pasmada. No me lo podía creer. Habías vuelto, cuando había apartado de mi mente esos recuerdos tan bonitos, pero a la vez tan dolorosos relacionados contigo. Había decidido que centraría mi mente en Mía, mi bebé, y para darle absolutamente TODA mi atención, debía olvidarte. Gracias a ella, superé el abismo que tú te habías encargado de abrir entre mi felicidad y yo. Y ahora, que por fin me siento bien, vuelves. Me explicas todo, ordenado y claramente, cuando Mía duerme. Yo te pido que me dejes tiempo para entenderlo, para aceptarlo. Me dices que vale, y en el umbral de la puerta, intentas darme un beso de despedida. Yo me aparto de ti, y te miro, ofendida. Comprendes que ya fue, y ya está. Te vas, y cuando entro a casa, escucho a Mía. Está llorando. He afinado bastante el oído últimamente, y voy a verla. Cuando la cojo en brazos, al sentir su cálido cuerpito, me calmo. Nos vamos a dormir, y al mediodía siguiente, vienes a verme. Qué detalle, recuerdas que hoy no trabajo. Bien, entras con tu llave, sin que yo lo note. Me asustas mucho, y el sobresalto hace que te grite todo lo que siento, la rabia, la impotencia, la soledad, todo lo que sentí y tuve que aguantar mientras no estabas. Mía me escucha chillar y llora. Yo te suelto un grito así:
-Ahí está la puerta, así que: ¡LÁRGATE!
Y tu, horrorizado, avergonzado, espantado, te vas, y por suerte, no te he vuelto a ver. Hasta hoy, claro...