viernes, 9 de septiembre de 2011

VIDA

Duele. Ya es la hora. Marco el número de urgencias. Digo la causa, y vienen a buscarme. No tardamos en llegar al centro blanco y grande que es el hospital de maternidad.  Ya voy a conocer su cara, ver sus ragos, saber a quién se parece…
Me ponen en observación, y los médicos deciden de que ya es la hora. Me llevan en una camilla hasta el paritorio. Ya estoy nerviosa, quiero verlo. Me preguntan si quiero epidural, pero yo niego. Mi pareja entra corriendo y coge mi mano, sonríe, él también tiene ganas de ver a nuestro hijo, al fruto de nuestro amor, al gran paso que hemos dado en nuestra relación.
Las enfermeras y el médico me animan. Aprieto. Siento dolor, pero no me importa, el dolor no es nada comparado con la alegría de poder ver y tocar a tu hijo. Hago fuerza. Es difícil, el niño no quiere abandonar su cálida placenta, se siente agusto, pero también quiere abrir los ojos y ver el mundo que lo va a rodear. Tiene miedo, no sabe que hacer. Se decide a abandonar el cálido y tranquilo vientre de su madre.
El médico ya comienza a verlo. La cabeza del bebé ya está saliendo y ya casi puede cogerla. Me piden un poco más de esfuerzo, aprieto con toda mi alma, necesito verte. Y en el último apretón que doy sale el niño. El médico lo coge entre sus manos, pero yo ya se que ha salido, porque lo escucho chillar. Suguro que se siente asustado y tiene frío.
Me dejan descansar mientras limpian  a mi hijo, me llevan a la habitación, donde espero ansiosa a la llegada de mi pequeño.
Una enfermera entra,  y pone a mi hijo sobre mi pecho, comienzo a llorar de alegría. No me puedo creer aún que ya haya llegado al mundo mi niño. Lo cogo con manos temblorosas y miro como sus ojitos pequeños se abren. La felicidad de tener a la vida que se ha formado en tu interior porfin fuera es la mayor alegría que jamás se puede tener.
Y cuando tengo a mi pequeño en los brazos, me doy cuenta de que crear vida, es la mayor satisfacción que hay. Con una sonrisa acuno  a mi pequeño hasta que se queda dormido.

maRiiia

¿Te lo merecías?

Me siento asustada; él ya no estará más entre nosotros…  el puñal manchado de sangre se escurre de mi mano y cae con un golpe seco y sordo al suelo. ¿Por qué lo he hecho? No lo se… apenas recuerdo nada, todo es borroso. Me dejo caer al suelo, y comienzo a sollozar. Yo no quería… pero lo hecho hecho está. Miro mis manos; mis frágiles manos, ahora son las manos de una asesina. 
Los ojos inexpresivos de él aun están abiertos, y miran a un punto fijo en el vacio. Ya no brillan, su luz se ha apagado. Sus labios carnosos, están entreabiertos, mostrando un intento desesperado por alcanzar su último aliento.
Me escuecen los ojos, y siento las manos aún mojadas y pegajosas por la sangre de él. Me limpio en mi ropa, y sigo llorando. Pero si yo estaba enamorada de él…. ¿por qué? Y si me han obligado… Pero los hechos que se ven en la escena del crimen no están organizados, se ve claramente que ha salido de mi propia mano, nada me excusa de su muerte. Estoy perdida…
Cierro los ojos, y entonces, tengo un flashback de lo que ha pasado.
<<Él llego como si nada a nuestra casa, pero no venía de trabajar,y eso yo lo sabía, había descubierto su pequeño secreto hace unas semanas, y aún guardaba la esperanza de que me lo contase arrepentido. Pero no fue así. Me miró sonriente, y anhelé todo el cariño que el me había regalado;y es que ahora él se mostraba seco y frío conmigo. No se que pensaría, pero yo me temía lo peor. La palabra divorcio inundaba mi mente constantemente desde que me enteré de su secreto.
Dejó su aliaza sobre la encimera del lavabo y se desnudó. Entró en la ducha. Me sentí traicionada, y sentí como mi cara se ponía roja por la ira. No podía permitir que esa fulana arruinase nuestro matrimonio. No sabía nada de ella, pero eso no me importaba, pensaba contarle todo lo que sabía a él. Entonces se vería obligado a elegir entre ella la mujer que acaba de conocer, o yo, la mujer con la que llevaba siendo pareja desde el instituto y con la que estaba casado desde hace un par de años.
El sonido del agua cesó, y él salió de la bañera. Decidí que era el momento. Se vistió, y todo era de forma ordinaria, a excepción de un pequeño detalle, que muy pocas personas se abrían dado cuenta, pero para él eso era romper su rutina. La alianza se quedó sola sobre el frío marmol de la encimera del lavabo.
Lo miré desafiante. Me acerqué a él, y discutimos como nunca antes lo habíamos hecho. Él me lo contó todo a voces, y la prefirió a ella antes que a mí. Un nudo de rabia se me formó en el pecho. Y decidí que lo mejor era cortar de raíz.
Esperé a que se fuese a la cama, nuestra cama, donde habíamos compartido momentos tan íntimos, pero que ahora se antojaban lejanos.
Cogí uno de los cuchillos que reposaban en el cajón de la cocina, y avancé hasta nuestro dormitorio. Él estaba sentado en la cama, y se extrañó de que yo entrase con tanta naturalidad después de la bronca que acababamos de terner, y le dije que lo perdonaba. Éltambíén me pidió perdón, pero ya era demasiado tarde, el daño estaba causado. Para su sorpreda el cuchillo se clavó en su pecho,en un golpe seco en el pecho. Cayó al suelo de boca, hice maniobras para sacar el cuchillo manchado de sangre, y volví a apuñalarlo varias veces para quedarme seguro de que había cobrado su merecido.
Me sentí sustada; él ya no estaba… El cuchilló cayó al suelo con un golpe sordo y seco…>>
Abro los ojos, me siento mal, no debería haber acutado tan a la ligera. Avanzo con pasos torpes al teléfono y marco el número de la policía, y les cuento todo.

Me arrestan y mientras me llevan a comisaría, pienso que la vida no se debe de quitar así, por mucho daño que te hayan hecho, pero yo ya no me arrepiendo. Mi sentencia está firmada.



maRiiia