martes, 29 de noviembre de 2011

Sincérate... Por favor

Nina y Tom empiezan una relación. Poco a poco se van soltando... Y cogiendo confianza, como... Bueno, como una pareja normal.

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A ver... Ya me he puesto el vestido, los pendientes, la pulsera dorada, y... ¡Ya sé qué me falta! ¡Las bailarinas! Uhm... ¡Las tengo! Cada vez que las miro recuerdo que, una de las primeras veces que me las puse, fue cuando empezó todo con Tom, hace ya... ¿Seis meses? Guau, qué rápido pasa el tiempo... Miro el reloj, y veo que me da tiempo a hacerme una trenza, lavarme los dientes y bajar. Sigo viviendo en este edificio aaaaalto, en mi pisito de colores claros. En diez minutos estoy abajo, ya enviándole un mensaje  a Tom para ver donde está. Acabo de darle al botón de "Enviar" cuando veo las luces de su coche en la esquina.  Para delante mío, subo al coche y le saludo con un beso.
-Hola - me dice, con esa voz que tanto me gusta -Estás preciosa.
-¡Gracias! A mi me gusta tu camisa -respondo con una risilla.
Vamos en coche hasta un restaurante de pasta que queda cerca del Río Hudson. Cenamos allí, tranquilos, comiendo comida rica y charlando sobre nuestro día de hoy. Cuando le pregunto sobre su trabajo, me responde con evasivas, y cambia rápido de tema. Estoy disfrutando, y aparto esa vocecilla de mi mente que sospecha de él. Ya abordaré el tema más tarde. Cuando terminamos de cenar, paseamos un rato por la orilla del río, y luego vamos a casa, mi pisito.  Le vuelvo a preguntar sobre el trabajo, y termina enfadándose y yendo a su pisito. Me siento en mi cama, triste porque hoy dormiré sola. ¿Qué pasará...?

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Vamos a ir a cenar al restaurante ese cerca del Hudson, que tanto me gusta. Paso a buscarla, vamos, cenamos, todo bien. Hasta que me pregunta sobre qué tal en mi trabajo. "Oh, no", pienso, y rápidamente me invento una excusa y cambio de tema. La miro de reojo, y veo que ha bajado la cabeza hacia su plato, ocultando su cara bajo la cortina de pelo, en ese gesto tan suyo, y sé que está dudando. Quiero contarle todo, entregarme entero a ella, y cuando estoy separando los labios, veo que levanta la cabeza, con una expresión resuelta, y, si no me equivoco, ha dejado de pensar en el tema. Ya se lo contaré en otro momento... Terminamos de comer, paseamos un poco y vamos a su casa. Miramos un poquito de una peli que dan en la tele, y durante la publicidad, me vuelve a preguntar.
-Oye... Dime, ¿qué pasa con  lo de tu trabajo?
-Te he dicho que no quiero hablar de eso... Por favor, Nina, no insistas...
-Es que, Tom, una relación se basa en confianza y sinceridad ABSOLUTA en el otro, y si no me dejas que me fíe de ti, ¿cómo quieres que sigamos?
-Nina, quiero contártelo, pero es que...
-¿"Es que..." qué, Tom? Si esto va a seguir así, mejor me voy a dormir.
-Bien, yo me voy a MI casa, ahí no me acosan a preguntas.
-Bien, yo me voy a MI cuarto, donde no hay secretos.
-¡BIEN!
-¡BIEN!
Y me voy, dando un portazo. Subo al coche y pongo Rock, lo único que hace que no piense. E, inconscientemente, paso las canciones hasta llegar a la que más le gusta a ella. Cuando me doy cuenta, cambio bruscamente de canción, y llego a casa. Al dejar de escuchar música, vuelven a mi cabeza los pensamientos de vergüenza y remordimiento. Me echo en la cama, y muchas veces marco su número, o escribo el mensaje en el que le explico todo, pero nunca acabo. Siempre termino volviendo a dejar el móvil sobre la mesilla de noche. Busco en la tele algún partido de fútbol que me distraiga. Evito inteligentemente el canal donde estaban dando la peli que veíamos, y me duermo escuchando los comentarios sobre el partido y un montón de ideas para disculparme.