jueves, 29 de diciembre de 2011

Reconciliación

Parecía que la pelea entre Nina y Tom era irremediable. Ella estaba ofendida porque él no quería ser sincero con ella. Él estaba enfadado porque Nina no había aceptado su disculpa.



                                                                        *          *         *


Desde esa pelea con Tom estoy como un zombi. He aprovechado esta semana, que tenía varios festivos, para no ir al trabajo, y he estado en casa. Paso las horas sin hacer nada, sin pensar nada. He desconectado el teléfono fijo, y apagado mi móvil. Las chicas intentan llamarme, entrar en casa, mandarme e-mails... Pero no les respondo. Todo lo que hago es sentarme, con la mirada vacía, mirando la nada. Me quedo todo el día en pijama, tengo el pelo enredado, mi cara está horrible... Me siento fatal sin Tom, me siento fatal por haber sido tan cruel y poco comprensiva, me siento fatal, simplemente.
Mi refugio es el helado de vainilla. Me calma y me relaja sentirlo en la boca, su sabor, dulce y frío, su olor, penetrante... Es lo único que como.
Eso era hasta hoy. Basta ya. Nada más levantarme pongo música, pop, como la que escuchaba cuando era adolescente. Canto todas las canciones de un viejo CD que encuentro por ahí, me doy una ducha fresquita, me lavo los dientes y me cepillo el pelo, peinándolo en una trenza. Me pongo ropa de colores, mis zapatillas preferidas y enciendo el móvil. No me sorprendo al ver que tengo muchas llamadas perdidas, todas de mis amigas. Borro el historial, y llamo a Marie. Me atiende, y tras charlar un rato, le digo si vamos de compras. Tengo ganas de comprarme cosas nuevas, para mantener alejado de mi mente el recuerdo de Tom, que me hiere como un puñal. Marie me recoge en su coche nuevo y nos vamos al centro comercial. Nos divertimos un rato, comprando ropa. Luego vamos a tomar un helado, y yo pido de vainilla y fresa, para alegrarme un poco. Nos sentamos en una de las mesas redonditas de la heladería, y al rato, veo que en la cola hay una chaqueta con una cabeza que me resultan familiares. Me fijo más atentamente, porque la melena rubia que hay a su lado me inspira unos hermosos celos. Espero a que terminen de pedir, y cuando salen de la cola, confirmo mis temores: Tom ya tiene nueva novia. No me lo puedo creer. ¡Si hasta están abrazaditos y todo! Marie, que ha seguido mis movimientos desde que empecé a vigilar a los de la cola, me dice:
- Nina, ¿quieres que volvamos a casa?
Ay, Marie, que gran intuición tiene. Recogemos las bolsas y nos vamos. Cuando pasamos al lado suyo me obligo a mantener la cabeza bien alta, y una expresión bien orgullosa se refleja en mi rostro. No pienso demostrarle que me duele. Marie se mantiene callada todo el rato, desde que salimos de la heladería hasta llegar a mi casa. Le doy las gracias por todo, y se va. La observo hasta que dobla la esquina, y luego subo a mi casa rápidamente. Casi sin sentirlo me pongo el bañador y un chándal, cojo una toalla, el gorro y las gafas, y bajo a la piscina del edificio. Sé que debe estar helada, pero no me importa. Estoy hirviendo de ira por dentro, así que no pasaré frío. Sin pensarlo, me tiro de cabeza y empiezo a nadar: brazada, brazada, brazada, respiro. Brazada, brazada, brazada, respiro. No puedo parar, no debo parar.



                                                                        *          *         *

Me ha sentado fatal que Nina me demostrara de una manera tan grosera que prefería dejar nuestra relación en donde estaba. El hecho de tirar la rosa que le regalé me lo dijo todo. Me quedé herido profundamente, y estuve un par de días durmiendo, y cuando me despertaba, me quedaba en la cama hasta volver a dormirme. Pero en esos momentos en los que estaba despierto, pensaba: "Bueno, sí, quería mucho a Nina, pero el mundo es grande y somos muchas personas. Es completamente seguro que voy a encontrar a otra chica que me quiera más que ella." . Así que al martes me levanté, desayuné mirando unos dibujos que mira mi primo, el más pequeño, y luego encendí el ordenador. Jugué a jueguitos tontos e inútiles, solo para distraerme. Y de repente recibo una llamada de Skype de mi hermana. le chateo, no quiero que vea mi cara de abrumado, porque me hará preguntas y me fastidian mucho sus interrogatorios. Pero insiste, y me termina viendo. No sé cómo, pero le cuento todo, y dice que tiene una sorpresa para mí. Y corta la conexión. Espero, y un par de horas más tarde, tocan el timbre. Abro, y me la encuentro en mi puerta. Me quedo pasmado, y veo que trae una pequeña maletita. Entra en casa, y le doy un café, y hablamos otro rato. Me dice que debo olvidarme de ella, porque sabe que  no voy a ceder, y supone que ella tampoco. Mi hermana es capaz de entender a CUALQUIER persona con solo saber un par de cosas sobre ella, por ejemplo, Nina. El caso es que hace todo un plan para llevarme a pasear y distraerme. Un día vamos a la montaña más cercana, y hacemos montañismo, picnik y contamos chistes. Otro vamos a un pueblo de las afueras de la ciudad, y lo conocemos a fondo. Otro nos vamos de compras, y en uno de mis momentos de bajón (al ver una chica con un gorro como uno de Nina), tomamos un helado. En la cola, me deprimo todavía más al ver el helado de vainilla, el favorito de Nina, y mi hermana me abraza, consciente de mi dolor. Tomamos nuestros helados y volvemos a casa. Mi hermana se va dentro de unas horas, y la acompaño al aeropuerto. Nos despedimos con mucho cariño, y, volviendo a casa, paro en casa de Nina, porque quiero intentar arreglar las cosas. Creo que he cometido un error, y ella también lo ha hecho, y si se me presenta la oportunidad de reprochárselo sin meter la pata, a lo mejor se soluciona todo. Entro, y al tocar su puerta no recibo respuesta. Decido mirar en la piscina. Es pleno invierno, y está haciendo bastante frío, pero no desecho la idea. Resulta que tenía razón y que estaba nadando. Me imagino que no habrá parado desde que empezó, la conozco. Y sé que puedo hacer para llamar su atención. Poco a poco, me quito la ropa, hasta quedar en calzoncillos. Me tiro a la piscina, que, como imaginaba, está helada. Ella no parece notar mi presencia, y sigue nadando. Me acerco a ella, y cuando me ve, para, y está a punto de soltarme un buen grito, cuando ve quién soy.



                                                                        *          *         *

He perdido la noción del tiempo. No sé cuánto llevo nadando, pero no estoy cansada, ni me falta el aire. Y cuando veo que alguien se interpone en mi camino, me paro y le voy a echar un sermón, cuando veo que es él. Y le voy a gritar más fuerte que antes cuando lo veo medio congelado: pálido y con los labios morados y la nariz roja. Y, por intuición, sé que quiere arreglar las cosas, y no me importa mi orgullo, no me importa el frío, no me importa la distancia, no me importa NADA cuando me acerco a él y le beso. Y siento que él me abraza, que vuelve a tener calor, y salimos de la piscina, enredados en un beso, y nos abrazamos y nos envolvemos en la toalla, JUNTOS. No me lo puedo creer.



                                                                        *          *         *
Y así, Nina y Tom se reconciliaron, volvieron a estar juntos.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Ella

Ella es especial. Su voz es suave y agradable, y su risa, pura y cristalina. Juntas somos una, y con ella, aunque he tenido mis diferencias, he llegado a un grado de amistad muy hermoso que no quero perder, por nada, absolutamente nada. Somos bastante diferentes, y compartimos un amor por la música que nos une todavía más. Nos conocimos cuando éramos unas mocosas, hace ya unos añitos. Recuerdo que fui a tocar el timbre del número 18 de mi calle. Recién te habías mudado, y mi padre me animó a ir a ver si querías venir. Cuando  viniste a mi casa me decías que todo lo que yo tenía era "bello". Después, en tu casa, empezamos a preparar un baile (sí, recuerdas esa época en la que bailábamos en tu salón???) y luego lo bailamos en tu cumple, y casi nos morimos de vergüenza. Después fue pasando el tiempo, y aquí estamos, siendo vecinas desde hace tiempo, sacando a pasear juntas a mi perra a la hora de atardecer mientras me cuentas "tus cosas", yo las mías, nos vamos al cine y cogemos esos virus raros, como la "risitis-aguda-crónica"... Gracias por todo, amiga. Gracias por lo que me das, por las risas compartidas, por los buenos ratos... Por todo. Pero sobre todo por ser tú, como eres, mi amiga, mi Viky.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Esperanza

Es él. Él me gusta, pero: shhh, es un secreto. No lo sabe nadie. Le conozco desde siempre, le miro todos los días. Sé quién es, cómo es, qué le gusta. Él no sabe quién soy, cómo soy qué me gusta. Yo me imagino cómo será su abrazo, su beso, su cariño. Él no se imagina nada conmigo. Sueño con él, pienso en él, invento historias con él. Él no sueña conmigo, ni piensa en mi, ni inventa historias conmigo. Todavía. Pero tengo la esperanza de que este "todavía" sea después un "dentro de poco", y que luego desaparezca. Tengo la esperanza de que algún día me vea, que otro me me mire y que otro desee no dejar de mirarme. Tengo esa esperanza. Sé que se cumplirá.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Poesía #3

Quiero y no quiero querer
a quien no queriendo quiero.
Y he querido sin querer y estoy sin querer queriendo.
Si porque te quiero
quieres que te quiera mucho más,
te quiero más que me quieres.
¿Qué más quieres, 
quieres más? 
                                                  Poema popular

viernes, 2 de diciembre de 2011

Cortar por lo sano... Aunque duela

Nina y Tom se habían peleado. Nina se había quedado con dudas, y algo enfadada por el recelo de Tom, y creía que la estaba traicionando. Él, en cambio, se sentía culpable por no decirle a Nina toda la verdad, y orgulloso por no haber desvelado el secreto. Por descontado, ambos estaban tristes y algo avergonzados por su comportamiento. A ver si se reconcilian...


                                                                        *          *         *

Qué mal me siento. Quiero decírselo, pero es que no puedo... Me siento como en un callejón sin salida. No sé qué hacer. Miro el despertador. No he dormido. Son la siete menos cuarto de la mañana, y, aunque puedo seguir en la cama, intentando dormir, decido  levantarme. Me pongo un chándal, una camisa, las deportivas y cojo una chaqueta. Tengo el estómago revuelto, no desayuno. Subo al coche, y conduzco. Salgo de la ciudad, y me voy a una montaña cercana. No sé que voy a hacer. Aparco el coche, me pongo la chaqueta, cojo el móvil, y empiezo a subir la montaña. Me canso, me empieza a faltar el aliento, pero el aire puro y frío, ese con olor a humedad entre los árboles, me va despejando la mente. Cuando llego a la cima de la montaña, me paro, y voy hasta el borde, a observar la ciudad. Es casi mediodía. Me quedo allí arriba un rato, dejando que el aire fresco me refresque por dentro. Pienso en Nina, en todo lo que ha pasado, en esos momentos que hemos compartido juntos, y se me ocurre una opción. No es la mejor, porque significa aplazar el secreto, pero así a lo mejor consigo volver con ella. Sí, eso haré. Vuelvo a bajar la montaña,  subo al coche, y voy rápidamente a casa. Me ducho, me como un sándwich rápido, y voy a comprar alguna flor bonita. En la floristería, elijo una rosa morada. Me llama la atención, nunca había visto ninguna así. Me recuerda a Nina, porque es delicada y hermosa. La compro y voy a su edificio. Le pregunto al portero si está en casa, pero me dice que la vio salir hace un buen rato. Le agradezco y empiezo a ir a los sitios donde creo que puede estar. Pienso en la piscina, pero desecho la idea: es domingo, está cerrada. Busco en varios sitios, pero no la encuentro. Termino llamando a Claire, su amiga. Cuando por fin me atiende, me sorprende diciendo:
-¿Qué quieres?                    
-¿Claire? Qué brusca estás hoy.
-Me he enterado de lo que has hecho, y no me gusta nada de nada.
-Lo sé, lo siento, por eso te llamo, para saber si sabes dónde está Nina.
-No, no lo sé, lo siento.
Y cuelga el teléfono. Así me ocurre con varias amigas más: o me responden mal, o cuelgan el teléfono al escuchar mi voz. Algunas ni se molestan en coger el teléfono.
Pero una sí me atiende.
-¿Marie? Por favor, no cuelgues el teléfono. Es importante.
-¿Tom? ¿Qué ocurre?
-NECESITO saber dónde está Nina, es muy importante. ¿La has visto, o se te ocurre dónde puede estar? Porque yo...
-Sé donde está- me interrumpe- .Está conmigo. Estamos en la cafetería Lighty. Yo me voy a ir en 10 min, y si quieres hablar con ella, date prisa.
-Espera, espera. ¿Sabes lo que ha pasado?
Parece dudar- Esto... Si.
-¿Y no estás enfadada conmigo, ni quieres matarme, ni nada? ¿Encima me ayudas? ¿Qué ocurre?
-Lo que pasa, Tom, es que yo sí sé lo que pasa. 
-Oh, no... No se lo digas a Nina, por favor. Quiero decírselo yo, porque es alg...
-Lo sé- me vuelve a interrumpir-. Cállate y arréglalo. No he dicho nada. Suerte. Adiós.
Y cuelga el teléfono. Me doy prisa en llegar. Cuando estoy en la puerta del Lighty, la veo salir. Bajo del coche, y me acerco a ella, con la rosa en la mano. No sé qué puede llegar a pasar. 

                                                                        *          *         *

He tenido una noche horrible. Casi no he dormido. El poco rato que logré conciliar el sueño, tuve horribles pesadillas. Me he levantado tarde. Temía mirar el espejo, imaginaba que tenía unas tremendas ojeras. No me equivocaba, pero no tenía fuerzas ni ánimos para taparlas. Me tomé un zumo de naranja a duras penas, y no me comí ni una galletita. Me di una ducha, a ver si me aclaraba, pero tampoco. Quise llamar a alguna de las chicas, porque sentía que no podía quedarme callada, pero no lo hice. Al final quedé con Marie en el Lighty, para charlar y despejarme. Fui en bici, no tenía ganas de subir al autobús ni pagar un taxi. Tampoco tenía a nadie que me llevara. Cuando llegué, vi que Marie me estaba esperando. No hizo falta que le contara nada. Ella, no sé cómo, siempre sabe todo sobre mi relación con Tom, y le he contado muy poco. Supongo que él le habrá dicho mucho, ya que son amigos desde la infancia. Al principio, estuve celosa de Marie, porque estaba mucho tiempo con Tom, y ella es muy atractiva. Tiene una hermosa cabellera rizada, de un color cobre, y unos ojos azules preciosos, como el azul del mar. A pesar de todo eso, nunca ha tenido novios de más de una cita. No termino de entender por qué. Es guapísima, y una chica con la que se puede hablar de absolutamente todo: desde problemas de chicas hasta problemas del país. Sigo sin entenderlo. El caso es que charlamos un rato, y en un momento le suena el móvil. Me dice que es importante, así que sale fuera y me quedo sola. Cuando entra, me dice que tiene que irse. Le pido unos minutos más. Hablamos un poco y se fue. Pago mi batido y salgo. Estoy buscando el móvil en mi bolso, cuando veo un coche familiar acercándose. Por una parte, espero que sea él, que se disculpe, me cuente ese secreto tan chungo y todo sea como antes. Por otra, no quiero que sea él, porque sé que mi otra fantasía es, probablemente, falsa, y sé que descubrirlo me va a doler. Pero cuando lo veo bajar, no me puedo engañar más. Viene hacia mí, y no puedo aguantarme más. Levanto la vista hacia esos ojos de un color castaño extraño, a veces más claro, a veces más oscuro, e intento poner una mirada acusadora. No me cuesta mucho, es verdad que me siento mal. Me entrega una extraña rosa morada, y dice:
-Lo siento. Nina. Me he equivocado, y me gustaría volver contigo. Perdóname.
-¿Qué te hace pensar que te voy a perdonar? Sé que ese secreto va a seguir ahí, y que no me lo vas a contar. ¿Me equivoco?
-No -parece que le cuesta decirlo, y sé que le estoy haciendo daño, pero no puedo reprimir más las palabras hirientes.
-Bueno, pues, como no me lo vas  contar, y al no hacerlo, contradices todo lo que te pido que hagas: confiar en mí, sincerarte, pues creo que esto no va más. Lo siento, no soy más tu novia.
Le tiro la rosa a los pies, me subo a mi bici y me voy a casa. Sé que le ha dolido, tal vez tanto como a mí me ha dolido decir esas palabras, pero es lo que siento, y no me puedo reprimir. Si sé que esto va a ir mal, corto por lo sano y le dejo, no pienso quedarme con alguien que me hace daño. Me siento mal, cuando llego a casa me zumban los oídos y me duele la cabeza. Lleno la bañera con agua caliente, cierro todas las cortinas  y me meto en la bañera. No quiero pensar más, quiero que con el baño se me vayan los dolores y los reproches que se están formando en mi mente. Me siento mal, pero ya está hecho así que ¿cómo lo arreglo?

martes, 29 de noviembre de 2011

Sincérate... Por favor

Nina y Tom empiezan una relación. Poco a poco se van soltando... Y cogiendo confianza, como... Bueno, como una pareja normal.

                                                                        *          *         *

A ver... Ya me he puesto el vestido, los pendientes, la pulsera dorada, y... ¡Ya sé qué me falta! ¡Las bailarinas! Uhm... ¡Las tengo! Cada vez que las miro recuerdo que, una de las primeras veces que me las puse, fue cuando empezó todo con Tom, hace ya... ¿Seis meses? Guau, qué rápido pasa el tiempo... Miro el reloj, y veo que me da tiempo a hacerme una trenza, lavarme los dientes y bajar. Sigo viviendo en este edificio aaaaalto, en mi pisito de colores claros. En diez minutos estoy abajo, ya enviándole un mensaje  a Tom para ver donde está. Acabo de darle al botón de "Enviar" cuando veo las luces de su coche en la esquina.  Para delante mío, subo al coche y le saludo con un beso.
-Hola - me dice, con esa voz que tanto me gusta -Estás preciosa.
-¡Gracias! A mi me gusta tu camisa -respondo con una risilla.
Vamos en coche hasta un restaurante de pasta que queda cerca del Río Hudson. Cenamos allí, tranquilos, comiendo comida rica y charlando sobre nuestro día de hoy. Cuando le pregunto sobre su trabajo, me responde con evasivas, y cambia rápido de tema. Estoy disfrutando, y aparto esa vocecilla de mi mente que sospecha de él. Ya abordaré el tema más tarde. Cuando terminamos de cenar, paseamos un rato por la orilla del río, y luego vamos a casa, mi pisito.  Le vuelvo a preguntar sobre el trabajo, y termina enfadándose y yendo a su pisito. Me siento en mi cama, triste porque hoy dormiré sola. ¿Qué pasará...?

                                                                      *          *         *

Vamos a ir a cenar al restaurante ese cerca del Hudson, que tanto me gusta. Paso a buscarla, vamos, cenamos, todo bien. Hasta que me pregunta sobre qué tal en mi trabajo. "Oh, no", pienso, y rápidamente me invento una excusa y cambio de tema. La miro de reojo, y veo que ha bajado la cabeza hacia su plato, ocultando su cara bajo la cortina de pelo, en ese gesto tan suyo, y sé que está dudando. Quiero contarle todo, entregarme entero a ella, y cuando estoy separando los labios, veo que levanta la cabeza, con una expresión resuelta, y, si no me equivoco, ha dejado de pensar en el tema. Ya se lo contaré en otro momento... Terminamos de comer, paseamos un poco y vamos a su casa. Miramos un poquito de una peli que dan en la tele, y durante la publicidad, me vuelve a preguntar.
-Oye... Dime, ¿qué pasa con  lo de tu trabajo?
-Te he dicho que no quiero hablar de eso... Por favor, Nina, no insistas...
-Es que, Tom, una relación se basa en confianza y sinceridad ABSOLUTA en el otro, y si no me dejas que me fíe de ti, ¿cómo quieres que sigamos?
-Nina, quiero contártelo, pero es que...
-¿"Es que..." qué, Tom? Si esto va a seguir así, mejor me voy a dormir.
-Bien, yo me voy a MI casa, ahí no me acosan a preguntas.
-Bien, yo me voy a MI cuarto, donde no hay secretos.
-¡BIEN!
-¡BIEN!
Y me voy, dando un portazo. Subo al coche y pongo Rock, lo único que hace que no piense. E, inconscientemente, paso las canciones hasta llegar a la que más le gusta a ella. Cuando me doy cuenta, cambio bruscamente de canción, y llego a casa. Al dejar de escuchar música, vuelven a mi cabeza los pensamientos de vergüenza y remordimiento. Me echo en la cama, y muchas veces marco su número, o escribo el mensaje en el que le explico todo, pero nunca acabo. Siempre termino volviendo a dejar el móvil sobre la mesilla de noche. Busco en la tele algún partido de fútbol que me distraiga. Evito inteligentemente el canal donde estaban dando la peli que veíamos, y me duermo escuchando los comentarios sobre el partido y un montón de ideas para disculparme.
                                                       

viernes, 25 de noviembre de 2011

Poesía #3

              YO
Yo, el desvergonzado,
travieso, alocado,
que por ti me atrevo
y todo lo pruebo:
magia, equilibrismo
o malabarismo;
que bailo con zancos
o salto los bancos,
que ensayo piruetas
con mi bicicleta
o ando de cabeza
con las piernas tiesas;
que hasta disfrazado
paso por tu lado
para que me mires,
para que suspires,
por el superpibe
que todo consigue...
No me animo, hermosa,
a hacer una cosa,
la más sencillita,
tan dulce y bonita
como tu mirada
-pichoncito de hada-
Ah, que tengo miedo,
que no, que no puedo,
decirte un sincero:
¡Te quiero!, ¡Te quiero!


                                   Elsa Bornemann
                                   El libro de los chicos enamorados, Alfaguara.

Poesía #2

 ROMANCITO DE TODOS LOS COLORES

Blanca cuando te encontré.
Cuando te miro, rosada,
o -de sol entre los ojos-
te pones anaranjada.
Azul azul cuando ríes
te vuelven las carcajadas
y tu sonrisa es celeste,
fruta negra en la mirada.
Juegas de verde o violeta,;
si sueñas, otra vez blanca.
Grisecita cuando lloras,
por lluviosa y por nublada.
No sé por qué me pareces
amarilla cuando callas,
como si sombra de trigo
sobre ti se reflejara.
Sólo me falta encontrarte
colorada colorada:
será cuando con un beso
yo te tiña, enamorada.

                                 Elsa Bornemann
                                 El Libro de los Chicos Enamorados, Alfaguara

Poesía #1

                                                                             RESPUESTA


Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras,
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde. [...]

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,
siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría querría que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte. [...]

Si ahora yo te dijera,
que es tu vida esa roca en la que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llana de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...

Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, qué sabores, contactos, sonidos?

Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?

Sin palabras, amigo, tenía que ser sin palabras,
como tú me entendieses.

                                  José Hierro
                                  Antología, Visor

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ánimo ;)

Woow! ¿Por que hay esas personas que te hacen suspirar?? ¿Que hay de esas por las que te mueres en deseos de besar? ¿Y las que aparecen en tus sueños?
Todas ellas terminan siendo la misma persona; esa que deseas ver cada mañana al despertar, esa que esperas que te robe un beso, esa que quieres que te diga palabras bonitas en el oído, con la que quieres llegar a más, esa  que quieres por encima de todo, y también es esa persona que nos parece inalcanzable, lejana.
Quizás hay que dejarse llevar un poco, y no ser tan tímido. A lo mejor esa persona por la que suspiras siente algo, y tu no te das cuenta, y los dos os estáis fastidiando...
Mírate en el espejo y di le a tu yo interno que eres capaz de comerte el mundo de estar con la persona que deseas, no seas tímido/a, hay que lanzarse ahora, por que.. ¿qué nos quedará cuando seamos mayores? Nos quedará un pasado lleno de sueño rotos... Amores imposibles y otras cosas que no merece la pena nombrar.
Yo te hablo desde mi experiencia, no te des por vencido/a!! Lucha por lo que quieres!! Por esa persona por la que sientes algo, atrápala o después te arrepentirás años más tarde, se fuerte. No te rindas!!

Mientras yo seré una mera espectadora, mientras tú desarrollas tu camino por la vida, mientras te tropiezas y te vuelves a levantar. En tus penas, piensa en mi, y en mis palabras, quizás te ayuden a sacar una sonrisilla cuando más triste estés.
Sonríele a la vida, si te hacen daño no te hagas una coraza demasiado gruesa, o después juzgarás a todo el mundo y te verás en la soledad. Aprecia tus amigos, y no les des la espalda en los momentos complicados. Si amas y te sientes amado, nada se interpondrá entre tu y tus sueños.

Y ahora... Ánimo!! Lucha! Vive tu vida a tope! No te dejes engañar por aquellas personas que fingen creer en tu felicidad, y no dejes que destrocen tus sueños e ilusiones, no cambies por personas que no merecen la pena! Y logra conseguir tus sueños!!

Espero que con esto, os ayude en algo si estáis deprimidos/as!! Besos a todos los que leen el blog!!

maRiia

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Por qué?

¿Por qué? ¿Por qué hacéis que todo sea tan difícil, cuando en realidad es tan sencillo? ¿Por qué os estresáis, y me estresáis con esos problemas de niños pequeños? ¿Tanto cuesta, digo yo, taaanto, pararse a pensar en lo que te dicen, reflexionar sobre ello, y pensar si es verdad? A veces, en serio, a veces me gustaría ser capaz de dejar de escuchar a voluntad, para dejar de oíros pelear. Porque uno tiene razón en algo, y el otro se equivoca en eso, y el otro tiene razón en otra cosa y el uno se equivoca en eso, y no lo sabéis ver, no lo podéis aceptar. Y lo peor es que yo estoy en el medio, y no me escucháis, y si intento dividirme, os ponéis celosos... Yo no tengo la culpa de esto, ni la responsabilidad de arreglarlo. Y si no sois capaces de entenderlo, pues allá vosotros. Yo no voy a meterme más.

martes, 8 de noviembre de 2011

Amistad... Y algo más

Bueno, Nina y  Thomas (así se llamaba su nuevo conocido), hicieron buenas migas, y empezaron a quedar siempre que podían. A veces iban al cine, otras a correr por el parque, o simplemente charlaban en casa de alguno de los dos. Tenían varias cosas en común, y se llevaban muy bien.
En una fiesta, en casa de uno de sus amigos, en pleno verano, ocurrió algo, algo que cambiaría su relación.

                                                                 *             *           *

Qué buena tía es. Me cae super bien. Nos conocemos desde hace bastante tiempo, y nos llevamos bien. Esta noche William hace una fiesta, y por supuesto, no nos la vamos a perder. Me doy una ducha, busco un poco de ropa decente, me arreglo y paso a por Nina. Le "wasapeo" antes de llegar, ahora en su calle es muy dificil para aparcar. Me dice que está casi lista, que la espere unos minutos. Cuando paso por la puerta del edificio, veo que hay un sitio justo ahí, así que aparco, y subo a su piso. Como siempre, ha abierto un poco la puerta, para que corra aire. Entro, sin hacer ruido, y toco la puerta de su habitación. Ella abre, sorprendida. Al ver que soy yo, me abraza y vuelve al baño, para terminar de maquillarse, ya que tiene un ojo pintado de negro y otro no. Me pide que saque del armario los tacones rojos, esos que le gustan tanto. Me vuelvo a fascinar de que sea capaz de caminar con zapatos tan altos. Cuando sale del baño, hablando rápidamente, no ve un charco que probablemente ha dejado con su pelo mojado, y se resbala. Yo la cojo a tiempo, y nos miramos, con una chispa de entendimiento en la mirada. Le duele el tobillo, por lo que la cargo en brazos y la siento en la cama.
-Creo que está un poco hinchado- le digo.
-Sí, me duele un poco...
-Pues creo yo, señorita, que tiene prohibidos estos zapatos por unos días- le digo, a la vez que aparto los tacones de su alcance.
-¡No...!- replica, pero al ver mi cara de "NO TE LOS VAS A PONER", desiste- ¿Y entonces qué zapatos me pongo? Porque las deportivas no combinan con mi vestido- ataja a mi comentario silencioso.
-¿Tienes unos zapatos bajitos?- le pregunto, y sin esperar respuesta, miro en su armario. Encuentro unas bailarinas rosas, simples, pero bonitas- ¿Y estas? Son bajitas, bonitas y te combinan.
-Tráemelas.
Se las pone, se levanta, y veo que está guapísima. Intenta caminar, y flaquea un poco al primer paso del pie herido. Paso mi mano por su cintura, por si acaso, y la miro, preocupado. Ella alza la vista para ver si estoy bien, y en ese momento, en el que sus ojos, esos tan verdes, se conectan con los míos, y siento que saltan chispas. Hace un tiempo que nos ocurre esto, que de vez en cuando cruzamos una mirada, nos rozamos sin querer, y sentimos que le damos al otro todo lo mejor de uno mismo. Bueno, por lo menos eso siento yo. No sé ella, pero en esos momentos, estoy seguro que sentimos lo mismo. Después, dudo, y no me atrevo a decirle que la quiero, que estoy loco por ella, que la necesito para que mi vida tenga valor. Pero sí lo tengo claro. Sobre todo desde esta fiesta.

                                                                 *             *           *

Uff, uff. Qué fuerte. Esa mirada me ha estremecido entera por dentro, esos ojos color miel a veces, o color arena, me matan, se carga todas mis defensas. Él me saca de quicio, pero también me hace reír como nadie, y, también, despierta estas sensaciones en mi interior. Tom y yo, callados y tensos, nos subimos al coche y vamos a casa de William. Cuando llegamos allí intentamos hacer como que no pasa nada, pero yo estoy muy confusa, y con la excusa de ir a tomar aire, salgo a la terraza. Cuando vuelvo a entrar he tomado una decisión, y la cumplo. Por un rato me olvido de todo y solo bailo, al ritmo de la música. Finalmente, cuando termina la fiesta, los amigos más íntimos de William nos quedamos a ayudarlo a recoger todo, y cuando acabamos, alguien sugiere que juguemos a la botella. Yo acepto, sin pensar en lo que puede pasar. A Amy le toca besar a Paul, su novio, y luego le toca a William besar a Claire. Y cuando me toca a mi, me bloqueo. Giro la botella dividida entre querer que le toque a él y no querer. Y... ¿sabes qué? Le toca a él. Tímidamente, me acerco a él. Siento el corazón en la garganta, oigo mi pulso en los oídos, lo que impide que oiga nada más. Y finalmente, mis labios rozan los suyos, que responden a mi beso. Nos separamos, y nos reímos todos juntos, como si nada. Pero él y yo sabemos que ha pasado algo, y cada vez que nos miramos, saltan chispas. Digo que estoy cansada, y que quiero ir a casa. Cojo mi bolsito y me despido de todos. Tom me sigue, y subimos a su coche. Hablamos un poco de la fiesta, pero siento la lengua seca como un desierto, y tengo la mente en blanco. Todos mis sentidos están recordando ese beso, y no lo puedo olvidar. La conversación es breve, y perdida en mis pensamientos, no noto que llegamos a mi edificio. Ya en el portal, me giro, y le pido que salga del coche. No me aguanto y le doy un suave beso, y para mi sorpresa, me responde, con urgencia, con ganas. Siento que me muero, y por suerte, él está ahí para sostenerme. Y ahí empezó nuestra relación.

                       

Ahí está la puerta, así que: FUERA DE MI VIDA!

Me dejaste pasmada. No me lo podía creer. Habías vuelto, cuando había apartado de mi mente esos recuerdos tan bonitos, pero a la vez tan dolorosos relacionados contigo. Había decidido que centraría mi mente en Mía, mi bebé, y para darle absolutamente TODA mi atención, debía olvidarte. Gracias a ella, superé el abismo que tú te habías encargado de abrir entre mi felicidad y yo. Y ahora, que por fin me siento bien, vuelves. Me explicas todo, ordenado y claramente, cuando Mía duerme. Yo te pido que me dejes tiempo para entenderlo, para aceptarlo. Me dices que vale, y en el umbral de la puerta, intentas darme un beso de despedida. Yo me aparto de ti, y te miro, ofendida. Comprendes que ya fue, y ya está. Te vas, y cuando entro a casa, escucho a Mía. Está llorando. He afinado bastante el oído últimamente, y voy a verla. Cuando la cojo en brazos, al sentir su cálido cuerpito, me calmo. Nos vamos a dormir, y al mediodía siguiente, vienes a verme. Qué detalle, recuerdas que hoy no trabajo. Bien, entras con tu llave, sin que yo lo note. Me asustas mucho, y el sobresalto hace que te grite todo lo que siento, la rabia, la impotencia, la soledad, todo lo que sentí y tuve que aguantar mientras no estabas. Mía me escucha chillar y llora. Yo te suelto un grito así:
-Ahí está la puerta, así que: ¡LÁRGATE!
Y tu, horrorizado, avergonzado, espantado, te vas, y por suerte, no te he vuelto a ver. Hasta hoy, claro...

miércoles, 26 de octubre de 2011

Adios

Y un día dejaste de amarme, o te cansaste de fingir que lo hacías, porque me dijiste de todo, y no me dijiste cosas precisamente "agradables". Lloré amargamente por ti, y cuando cerraste la puerta de un portazo, me dejé caer sobre la cama fría, vacía ya sin ti.
Pasaron los días, las semanas, y seguías sin volver. Y logré volverme insensible al dolor que sentía cada vez que veía una melena negra entre la multitud, o que escuchaba pasar un coche ruidosos por el tiempo. Y justo cuando te olvidé, volviste. Te sentaste en esa silla de la pequeña mesa redonda, esa que tanto te gustaba, porque desde ahí se veía bien la tele cuando daban un partido de fútbol. Me explicaste que estabas borracho, que te habías pasado con el alcohol, que no sentías eso de verdad. Te pusiste de pie, y te acercaste a mí. Yo había escuchado  con la cabeza baja, con mi pelo rubio ocultando mi rostro. Cuando me enderecé y te miré, me sequé una lágrima que había caído casualmente por mi mejilla izquierda, fijé la mirada en tus ojos marrones, y te di una torta. Creí ver algo de dolor, de incomprensión, de desesperación, de súplica en tu mirada. Pero no podía aguantar más.Te grité todo lo que había guardado dentro de mi, toda esa rabia, enfado, furia contenida que habías provocado en mi al irte. En cuanto lo hice, me sentí mucho mejor, y te dejé sollozando en esa silla. Cogí mi bolso y me fui, sin mirar atrás. No me importaba dejar atrás la casa que tenía a medio pagar, ni todas mis cosas, ya me compraría más en ese nuevo país al que iría, porque, desde luego, no pensaba seguir aquí.
Y, sin decirte ni un solo "Adiós", ni dedicarte un solo pensamiento más en toda mi vida, me fui, empecé de nuevo mi vida, y fue la mejor decisión de ella.

domingo, 23 de octubre de 2011

Give your heart a break

Darle un respiro a tu corazón. Simplemente eso. Déjame aliviar tu dolor, sanar las heridas que tiene tu malherido corazón, te prometo que no te haré daño. Todo irá bien, solo debes confiar en mí. "No soy como las demás. Solo hay una noche para vivir, y no hay tiempo que perder, así que déjame darle un respiro a tu corazón, déjame. Cuando volviste solo el Domingo, habían lágrimas en tus ojos, te llamé, y no me respondiste. El mundo somos nosotros, si quieres, podemos hacerlo, solo coge mi mano. No hay vuelta atrás, intenta entenderlo..."
Parece como si hubieran escrito esta canción especialmente para tí, no??? Cree en ella, cree en mi, y todo irá bien. Solo eso. Te quiero.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Ö

Te sostengo la mirada. Por primera vez. Mi corazón late a mil por hora. Pum pum, pum pum. Me escuecen los ojos, las lágrimas están a punto de brotar; pero estoy resistiendo. Tu pareces impasible, tu cara, esa con la que he soñado tantas veces, no muestra expresión alguna. Tu pose de pasota, los labios en una línea. Todo parece perfecto para que escondas lo que de verdad está pasando dentro de ti.
No se lo que sientes por mí, pero este es el momento de decírtelo, no puedo esperar más. Mi alma se corroe. No me importa que haya gente en la calle, a nuestro alrededor, que mis amigas me estén esperando a un par de metros de nosotros.
Tomo aire, lentamente. Lo suelto, y digo las palabras que llevo meses queriendo decirte. "Me gustas, te quiero". Pum pum, pum pum. Mi corazón parece que va a salirseme del pecho. Nada. No reaccionas. Me acerco, y llena de valor me pongo de puntillas y acerco mis labios a los tuyos. Dudo un momento antes de rozar mi boca con la tuya. Ya no me importa lo que me digas, te he podido besar por una sola vez.
El beso sabe a mis lágrimas, que resbalan por mis mejillas. Te miro por última vez, no quiero esperar a que me respondas, y salgo corriendo calle abajo... tengo miedo de lo que puedas decirme... Pero lo hecho hecho está...
Quizás me busques, quizás te olvides de mis palabras, quizás no has sentido lo mismo cuando te he besado, pero, no me arrepiento. Ahora todo puede pasar... Te quiero.

maRiia

Clase...

Sentada en la clase te veo. Tu perfil se recorta con la luz. No te das cuenta de que mis ojos color miel están posados en ti, desde que te sentaste en a silla. No he parado de mirarte, no estoy escuchando nada de lo que dice el profesor. Tengo mis cinco sentidos posados en ti. En tu cara. En tu cuerpo. Tus ojos posados en las manos. Estás reclinado en la silla, jugando con el boli.
¿Te puedes hacer una idea de lo que mi corazón experimenta cada vez que te veo? Lo dudo. Estás rodeado de chicas monas y graciosas, que te aportan más que yo. Que te hacen reir y eso, mientras que yo solo soy una chica del montón, que solo busco encajar en la sociedad. Encontrar mi hueco en el mundo; mi camino a seguir.
Ojala por un momento te dieses cuenta de lo que siento, de que me diejeras un simple Hola, y después siguiesemos hablando de cosas sin sentido; que por un momento fingiesemos que nos importamos mutuamente. Un solo instante en el que susurrarte un breve te quiero.
Pero, quizás nuestros caminos no deban cruzarse.... Aun así yo sigo pensando en tí... en tu sonrisa... en las escasas palabras que hemos cruzado. En los minutos que hemos compartido.
No me doy cuenta de que tu también me estás mirando hasta que mi compañera de mesa me zarandea, entonces reacciono, y por un segundo mi mirada perdida se cruza con la tuya. Y quizás, creo atisbar en tus ojos un sentimiento que me gusta. Pero no lo se..
Si te das cuenta de lo que siento, puede que algún día consigamos mis sueños...

(Te quiero, pero no te das cuenta y me dices palabras hirientes... eres tonto o que te pasa??? )


maRiia

Encuentro

Brazada, brazada, brazada, respiro. Brazada, brazada, brazada, respiro. Así, muchas veces. Nina nada para descargarse, para conjugar su dolor, su rabia, su mal humor... Pero sobre todo, porque cuando sale de la helada piscina, tiene la mente más clara.
Hoy, Nina ha nadado durante tres horas, sin pararse ni un segundo, sin dudar ni un momento, sin preguntarse si la piscina estaría demasiado fría. ¿Por qué? Porque él le ha dejado, y ella no lo soporta.
Vamos a empezar por el principio: Nina es una chica que vive en Nueva York, desde hace un par de años. Tiene un gran trabajo, escribe artículos para el New York Times. Vive sola, en un apartameno pequeño, pero agradable. Toda su familia vive en un recóndito pueblo de España, pero ella siempre había querido ir a vivir a Nueva York, y lo ha conseguido.
A él lo conoció un día que, como todos lo sábados, iba a patinar al Central Park, al atardecer. Nina había tenido unn día agotador, y solo iba porque había estado todo el día en la oficina y creía que necesitaba algo de aire. En un momento, se paró en un banco a beber agua, y descubrió que no le quedaba más. Agotadada, decidió volver a casa, darse un baño caliente, comer algo rápido e irse a dormir. Pero, cuando se estaba poniendo de pie, se resbaló y se cayó de espaldas. Nadie fue a ayudarla, y cuando se estaba levantando, unas manos firmes la enderezaron.

                                                          *              *                *
Ví cómo caía, y esperé un poco, a ver si se levantaba. Nadie fue en su ayuda, y maldecí para mis adentros a la gente egoísta de esta ciudad. Cuando ví que se empeaba a levantar, me acerqué a ella y la senté en el banco. Observé cómo se quitaba esos patines suyos y cómo se ponía las deportivas. Ocultaba su cara bajo una mata de pelo oscuro. No sabría decir si era negro o castaño oscuro, pero sí sé decirte que me atrajo, desde el primer momento. Levantó la cabeza, y ví esos ojos suyos, tan verdes, tan expresivos, que me miraban con vergüenza, con gratitud, y hasta con cierta súplica.
Le pregunté si estaba bien, y me dijo rápidamente que sí, que gracias, y un "hasta luego" con prisa. Me dije: "Hombre, no la vas a dejar que vaya caminando hasta casa, después del porrazo que se ha dado y lo mucho que te gusta", así que decidí acompañarla hasta casa, llevarla en coche si hacía falta.
Durante el camino no dijo nada, solo me indicó por dónde ir. Y cuando la vi acercarse al porche, sacar las llaves del pequeño bolso, y tratar de abrir la puerta, pensé que no podía dejar pasar esta oportunidad, asíque aparqué (por suerte vivía en un barrio nuevo, no muy poblado, y se podía apracar sin muchos problemas), y fui con ella. Para mi sorpresa, me dejó pasar y conversamos durante mucho rato. Perdí la noción del tiempo, y cuando me quería dar cuenta, eran las dos de la madrugada. Yo había quedado con unos amigos, para ir a una fiesta, ya que era sábado y siempre nos íbamos de juerga los sábados, pero pensé que prefería quedarme con ella. Había descubierto que se llamaba Karmina, pero que ese nombre no le gustaba y que prefería que le dijeran Nina. También me había contado de dónde venía, cómo era su familia, por qué había venido a Nueva York...  Quedé encantado con ella, y quedamos en volver a vernos. Volví a casa, me duché y me metí en la cama, pensando en ella. Tuve dulces sueños.

              
                                                          *              *                *

¡No puedo ser tan torpe! Me dije. Intenté levantarme, pero no pude. Sentí que alguien me incorporaba, y disimuladamente, le miré entre mis mechones de cabello oscuro. Era un chico, guapísimo, y me hice la tonta, agachánome y quitándome los patines y poniéndome los tenis.  Me enderecé y descubrí que seguía allí, y vi su mirada, castaña, y supe que no le podría olvidar. Se ofreció para llevarme a casa, y no pude menos que decirle que sí. Estaba tan nerviosa que no le hablé en todo el camino, solo le indiqué por dónde ir.
Estaba abriendo la puerta de entrada, y pensé: "Qué pena que no le vuelva a ver", y justo en ese momento, él se bajó del coche, y le invité a casa, y estuvimos hablando mucho, mucho, mucho...
Cuando se fue me sentí apenada, y deseé tener con él la suficiente confianza como para pedirle que pase la noche conmigo. Pero también me alegré de poder tener un poco de tiempo solo para mí.
Llené la bañera de agua bien caliente, y me metí en ella suspirando. La bañera es una de las cosas que más me gustan de mi pisito. Cuando estoy cansada o estresada, suelo llenarla con agua caliente y espuma con olor a lavanda... Me relaja mucho, casi tanto como ir a nadar.
En fin, que me di un baño y me fui a dormir.
Di vueltas y vueltas y más vueltas, pensendo en él, y finalmente me dormí con una fantasía de que me pidiera salir...
                 

viernes, 14 de octubre de 2011

Desenlace (Boda part. II)

Y así fue, desde nuestra boda hasta unos 3 años y medio después. Cuando nos quisimos dar cuenta, teníamos a un bebé en camino, una casa a medio pagar y el coche igual. Decidimos tomarnos unas mini-vacaciones a Canadá con un dinero extra que habías conseguido, con una impresionante venta en tu trabajo.
Fuimos, todo bien, pero en el viaje de vuelta te noté arisco y mal humorado. No dije nada, "Ya se le pasará", pensé. Que equivocada estaba.
Cuando llegamos a casa yo estaba con dolor de cabeza, y fui a la cocina a tomar algo. Me seguiste, y, de repente, estallaste. Me gritaste de todo, me amenazaste, me insultaste. Yo solo lloraba, con la cara enterrada entre mis manos. Cuando te quedaste ronco de gritar, con tu último pedacito de voz, me dijiste que te ibas, y que no volverías. Que me buscara la vida para sobrevivir, sobretodo con un bebé viniendo. Y te fuiste.
Esa noche dormí sola, y tuve frío, porque no estabas tú para calentarme con tu presencia.
Y lloré mucho, lloré hasta secarme, hasta quedarme sin lágrimas.
Te esperé, y no viniste.
Pero un día me sorprendí por...

Together (Juntas)

Juntas. Siempre. Eso decíamos, y mira cómo terminó todo. ¿Es todo así? ¿Todo termina mal?
Recuerdo cuando estábamos en clase, sin prestar atención, y nos intentaban sentar separadas, pero al ser buenas estudiantes nos dejaban juntas. Y hacíamos, entre las mochilas y las chaquetas, una cuna para nuestros bebés, que llevábamos y paseábamos por el cole, sin vergüenza. ¿Qué tiempos aquellos, eh? Y también llevábamos a las barbies. También recuerdo, hace más tiempo aún, que en el patio de los peques nos subíamos al árbol ese, ese que ya era nuestro árbol, y que eras mi hermana mayor. También recuerdo que en esa época llevabas galletas con formas de animales que tenían chispitas de chocolate, y que yo, loca como era y sigo siendo, las metía en mi sandwich de jamón.
¿Qué fue de eso? ¿Qué pasó? Crecimos, yo me cambié de cole, lo sé, pero, ¿dónde quedó nuestra amistad? ¿Nuestro cariño, nuestra relación, simplemente? Y me respondo yo misma, porque sé que tú no lo harás: en N-A-D-A. Porque perdimos el contacto. Y ahora que he ido a verte, me he llevado una desagradable sorpresa: no me hechas de menos. Yo he cambiado, y tú también, pero eso no significa que haya dejado de quererte, de apreciarte. Y te he echado de menos, pero tú no a mí, o por lo menos no me lo demostraste. Y cuando pienso y reflexiono sobretodo esto, me doy cuenta que SIEMPRE fue así, pero nunca me quise dar cuenta. Por suerte, tengo amigas que me ayudan a superar esto, y si me paro a pensarlo, son mejores amigas para mí que tú, porque ellas me quieren, me miman, me cuidan. Porque a mí hay que cuidarme, como a un árbol, hay que decirme cosas bonitas, hacerme olvidar lo malo, cortar las ramas bajas, para que toda la energía se concentre en las más altas, en las nuevas opciones, nuevas relaciones.
Y aunque te sigo queriendo, no te quiero como antes.
Ahora, ese "Juntas. Siempre", es con otras personas, con otras amigas, que puede que lo cumplan.
Hasta siempre, hasta nunca, amiga mía.

jueves, 13 de octubre de 2011

Secuestro Cap IV

Al fin el esperado capítulo IV!!! Aqui está:

-Marie, por favor, compórtate, quieres?- le dice Adrián, mirándola enfadado- Debemos ser amables con el señor...
-Winson- le responde este a su muda pregunta.
-Eso, con el señor Winson, ya que nos ha dado comida y nos ha traído hasta él.
-Adrián tiene razón- dice Laura, incorporándose y poniéndose junto a él, frente al señor Winson- Vamos a ser respetuosos con él...
-Tenéis razón- admite Marie- . Disúlpene, señor Winson, pero comprenda que estamos impacientes por saber el motivo por el que nos ha traído hasta usted...
-Lo comprendo perfectamente, pero primero, sentémonos- les dice, señalando los sillones- . Bien, el motivo por el que he mandado que os trajeran hasta mi es que, como os he dicho antes, que quiero protegeros. Fuera de aquí hay gente que pretende utilizaros, maltrataros, y no puedo permitirlo- dijo con una cálida sonrisa, pero sus ojos no la acompañaban. Marie fue la que notó que brillaba en ellos una chispa de ambición, y no se intió segura.
-¿Y por qué quieren utilizarnos?- preguntó Laura, asustada- ¿Qué tenemos de diferente, de especial, que haga que tenga que escondernos?
-Pues resulta que sois únicos. Formáis un singular grupo, con un singular poder. Todos sois muy inportantes y poderosos, pero sobretodo Laura y Marie. Ellas se quedarán aquí, y los chicos tendrán que irse.
-¿Eh?- preguntaron todos a la vez. Michael abrazó a Marie, y Laura se acercó más a un asustado Adrián.
-Sí, lo que habéis oído. Y como veis, este es un buen escondite. Yo os protejeré y cuidaré... Y los chicos estaréis en...
-Un momento- interrumpió Adrián- ¿Podría dejarnos solos un rato? Es que necesitamos asimilarlo.
-De acuerdo. Mañana por la mañana vosotros dos -dijo señalando a Michael y a Adrián- iréis donde debéis ir.
-Está bien. Gracias.
   El señor Winson se fue por una de las innumerables puertas y los chicos se quedaron solos.
-Ya veis que no podemos quedarnos aqui- dijo Adrián
-No, no, debemos escap...
-¡¡¡Shh, baja la voz!!!
-Vale, digo que debemos escapar, y para eso necesitamos el plan- dijo, susurrando.
  Estuvieron un rato pensando, eligiendo ideas, desechando otras, y un rato después, habían planeado todo.
-Oye, Marie, ¿qué hora es?
-Las ocho y diez... ¡Mike! ¡Tienes que ir a ver a Lari!
-¡Ostras, es verdad! ¡Me voy! - y se levantó de un salto, pero al llegar a la uerta, volvio al sillón.
-¡Michael Vicente! ¡No es momento de ponerse nervioso! ¡ Necesitamos que vayas!
-Es que...
-¡Pero, Marie, si no sabe por qué puesta ir!
-Aparte, es que... Mar, ¡ven un minuto!
Se van a un rincón, y se ponen a murmurar.
-Mira, Marie, es que Lari me gusta mucho, y no quiero estropearlo...
-Mike, ¡por favor! Mira, si lo que quieres es impresionarla, tienes que salvarla, sacrla de aqui. ¡Seguro que con eso es suficiente!
-Pero...
-Y para eso, tienes que ir a hablar con ella AHORA, así que no te ralles más y ¡vete!
-Es que no sé...
-¿Vas a dejarla escapar como hiiste con Sam?
-No. No, eso no.
-¡Pues ve a por ella!
-¡Dime por qué puerta!
-Emm... Pregutémosle a esa de ahí. ¡Oye! ¡Ey!- le grita Marie a una criada que pasa. Ésta se asusta y empieza a caminar más rápido, pero no es rival para Marie, que no en vano hace atletismo.
-¡Oye, tranqui! ¡Solo quiero saber si sabes de qué color es la llave para abrir el cofre que está en el armario de abajo del fregadero de la cocina!
La criada negó con la cabeza y se escabulló por una de las puertas.
-Esa no era...
En ese momento ven a Laura y Adrián darse un apasioado beso, y deciden no molestarlos, pero justamente ven a otra criada por detrás de ellos, y como tenían que rodear todos los sillones, Marie corre y salta el sillón en el que Adrián y Laura disfrutan el uno del otro, sin rozarles siquiera. Era también saltadora de altura.
Alcanza a la criada, le hace la pregunta clave, y al ver que responde la respuesta correcta, llama a Michael, quien le pide que le lleve con Lari. La chica asiente y lo guía por una puerta. Michael mira por encima del hombro a Marie, y ve que ésta le levanta los pulgares, como deseándole suerte.
Michael cruza la puesta y sigue a la chica, que lo lleva por unos corredores anchos y bien iluminados y luego por otros pequeños y oscuros, hasta llevarlo a unos baños apestosos y sucios. En una esquina estaba Lari, y Michael se acerca a ella sin dudarlo.

domingo, 2 de octubre de 2011

:(

Cuando siento que me estoy yendo, lo último que pienso eres tú. Porque desde que apareciste ese día en mi vida has sido lo único que ha ocupado mi pensamiento. Me duele ahora que estés lejos. Que dejases mi vida aquel triste invierno; que ya no te quede nada más mío a parte de estas líneas....
Me duele todo. No te puedes hacer una idea de lo que es esto....
Me habría encantado que estos últimos momento hubiese estado a mi lado, que me hubiese tomado la mano, y aun que fingieses, que me hubiese dicho que aún te importaba, que aún me querías, y que pusiese tus suaves labios sobre los míos. Que me susurrases palabras de consuelo, que me dijeras Te quiero, por última vez, que me ayudases a entrar en la nada sin miedo...
Pero siento que a pesar de que te han avisado de que estoy en un hospital, no vas a venir, porque hace ya tiempo que dejé de importarte.
Aún recuerdo con nítidez, y ahora quizás lo único que recuerdo con total lucidez es el día en el que te conocí...
¿Te acuerdas? No creo... Te lo diré. Estabas trite. Llorabas en los aseos del instituto porque aquel chico que tanto te gustaba había pasado de ti. Entré en el baño porque llorabas, y te encontré allí sentada, echa un manojo de nervios. Me miraste con la mirada asustada, y te tranquilicé; nunca antes me había percatado de que tu estabas ahí, y en ese momento en el que te vi, sentí como mi corazón se aceleraba. Ya discutimos mucho después sobre el tema del amor a primera vista... me decías que no, pero yo siempre insistí en que si... No me desvío. te ayudé a superarlo. Te apoyaste en mí. Entonces, te dije que me querías. Que habías estado ciega. Y fue en aquel momento años después de haberte conocido, cuando comenzamos a salir... Te aseguro que has sido la única persona que he amado de verdad, y mientras estuvimos juntos fui la persona más feliz del mundo. Pero  un buen día, decidiste que necesitabas ver mundo, me dejaste, solo. No volví a saber de tí, nunca más.
Ahora que estoy en mi lecho de muerte, en la flor de la vida, pedí que te avisasen para que vinieses, pero desde que estoy aquí no he sabido de tí... Supongo que ya no soy nada más que un desconocido para tí.

Abro los ojos, y una lágrima de pena resbala por mi mejilla. No tengo miedo a la muerte, dejé de tenerlo hace mucho, cuando me dijeron que tenía un cáncer muy avanzado... ahí fue cuando perdí toda la esperanza. A pesar de que ahora, metido entre las sábanas de un hospital, aún espero una respuesta tuya.
La puerta se abre... y entras. Me abrazas. Me dices que dejarme fue el mayor que cometiste.... te perdono porque te amo. Desde aquel día te he querido sin importar que te fueses.
Ahora siento como mi cuerpo se apaga, ya no quiero irme, estás ahí; mirándome con tus ojos tan azules. Pero  no me queda tiempo. Me voy, y te dejo ahí, en la fría habitación de hospital...

Pero, la realidad no es esa. La habitación está vacía. No hay nadie. Todo ha sido una imaginación. Él muere solo; olvidado en una habitación cualquiera de un hospital cualquiera...

lunes, 19 de septiembre de 2011

Mirando las Estrellas

Desde pequeño (o desde que era un poco más pequeño de lo que soy ahora, tampoco es que sea muy grande), me ha gustado mirar las estrellas. Tengo suerte porque mis padres son unos hippies que van día por medio a la montaña, y a veces consigo que nos quedemos hasta la noche. Soy un chico solitario, ya que no me interesa conocer gente, ¿para qué? Lo único que me interesa es mirar las estrellas, me parecen hermosas, más que cualquier videojuego o chica o amigo que haya aquí. Me gustaría volar, volar y alejarme de este mundo con demasiadas farolas que no me deja mirar las estrellas. En ese sentido, soy como mis padres, no me gusta mucho la tecnología ni las cosas raras y nuevas de la Tierra, pero ellos son mucho más sociales que yo. Tienen un montón de amigos, y en cambio, yo siempre estoy solo. Se preguntan a quién he salido, porque nadie en mi familia es como yo. Yo pienso que no tengo que ser parecido a nadie, porque yo soy yo, y no tengo que parecerme a nadie, solo a mí.
El caso es que soy un solitario, y ahora que voy a empezar la secundaria, mi madre me ha pedido que me abra un poco, y que baje de las estrellas, porque, aunque yo no lo crea, aquí abajo también hay cosas bonitas. Yo le he dicho que lo intentaré, pero solo para que deje de darme la lata. Este curso tenía pensado actuar como siempre, pero mi madre, el día anterior a que empiecen las clases, me obligó a ir con ella al mercado (como ecologista y hippie que es, no va al súper mercado, sino al mercadillo, y compra solo lo que no pueda cultivar o criar). Allí me hizo mirar alrededor, y vi unos chicos, al otro lado de la verja que separa el mercadillo de la calle, jugando al balón. Se veía que se la pasaban genial, juntos, y por la otra acera pasaron unas chicas muy guapas, que están en mi clase, pero que yo nunca me había fijado. Bueno, sí en Laura, pero muy poco, ya que las chicas no me interesan. Los niños estos les silbaron a las chicas, y ellas los miraron y se fueron corriendo con unas risitas. Entonces me di cuenta de que sí, de que me gustaría jugar con los chicos, y silbarles a las chicas, y sacar a Laura a bailar en el baile de fin de curso…
Decidí que ese curso iba a ser diferente, que me integraría. Fue más difícil de lo que había pensado al principio, porque esos grupos de chicos están formados desde pequeños, y no querían dejarme entrar. Había días que llegaba a casa con una sonrisa radiante, porque había metido un gol en el recreo, y otros que no quería ver a nadie, ni siquiera tenía ganas de mirar las estrellas, porque me había ido mal. Sin embargo, a final de curso, era mucho más amigo de esos chicos de lo que había sido en toda mi vida. Y ese verano, terminé entrando en el grupo, por jugar tanto con ellos. Y otra vez se repetía la misma escena, los chicos jugaban al fútbol la última tarde de vacaciones y por la otra acera pasaban las chicas. Los chicos les silbaban y ellas se iban corriendo mientras reían. Pero este año había una diferencia, que yo estaba con ellos. Y fui uno de los que silbaba más fuerte, porque quería mostrarle a Laura que estaba con los chicos guays, quería impresionarla. Y para mi sorpresa, y de todos, yo era mucho más agradable, y social desde que estaba con los chicos. Sí, me seguían gustando mucho las estrellas, pero ya eran algo secundario, porque había comprendido que para amar algo que está en el cielo, primero tengo que amar lo que tengo en la Tierra, porque sino me lo perderé.
Pasaron los años, y nos fuimos haciendo mayores. Y cuando me puse a pensar, ya estaba en 4º de secundaria, y se acercaba el baile de fin de curso. Yo no me atrevía a pedirle a Laura que fuera conmigo, y tardé tanto, que la perdí, y se fue con otro chico. En mitad del baile, vi que se besaban, y me sentí fatal. Me senté en una mesa y me puse a beber, sin parar. En un momento, vi brillar un vestido plateado, y recordé a Laura, que llevaba un vestido de ese color, y bebí con más ganas. Uno de mis amigos, que conocía mi secreto, me llevó fuera, y para animarme, fuimos a una parte lejos de las lamparillas de la fiesta. Me hizo mirar las estrellas, y me dejó solo un rato, para que me recobrara.  Una chica, de otro curso, se me acercó, y me dijo que si podía mirar las estrellas conmigo. Yo le respondí, sin muchas ganas, que no podía impedírselo. Me preguntó que si estaba bien, y por todo lo que había bebido, o porque necesitaba contarle a alguien qué me pasaba, le conté toda mi vida. Me escuchó, callada, sin interrumpir, sabiendo que me estaba mostrando entero, y en un momento, cuando me incorporé para pedirle su opinión, me abrazó, y me sentí reconfortado.  Luego la miré a los ojos, para agradecerle, y me sentí hechizado por su mirada, por esos ojos que se parecían tanto a las estrellas que yo tanto adoraba. Y ella incómoda, desvió la mirada, pero yo no pude contenerme y la besé. Pensé que se apartaría, que me pegaría una bofetada, que no me conocía y que yo no merecía sus besos, pero para mi sorpresa me lo devolvió, y desde entonces, hemos estado juntos. Me ha bajado a la Tierra, y a veces, cuando vamos al monte a mirar las estrellas, prefiero mirarla a ella. La quiero, la quiero mucho, y no voy a separarme de ella NUNCA. 

Boda

¡No me lo creo! Realmente nos vamos a casar, a estar unidos por siempre jamás. Sonará a cuento de hadas, pero es lo que siempre he querido.
Después de 3 años juntos, pues una empieza a ansiar una boda. Y cuando menos me lo esperaba, me lo pediste. Recordaré siempre ese atardecer, en esa islita pequeña pero hermosa donde habíamos ido de vacaciones. Era la última noche, y yo estaba algo triste, guardando las cosas en la maleta. Me dijiste que hiciéramos un pick nick en la playa, y te me declaraste. Me tomaste las manos, y mirándome a los ojos, con esos ojos tuyos tan castaños, me dijiste que me amabas, que me querías demasiado, y que querías estar unido a mí para siempre, y que querías casarte conmigo. Me dejaste muda de la emoción, y dije que sí, y que sí quería, y que yo te amaba más de lo que tú me amabas a mí.  Unos 7 meses más tarde, nos casamos, un día soleado, en una iglesia pequeña de un pueblo pequeño. Fue una ceremonia sencilla, justo lo que queríamos, con los familiares y los amigos más íntimos. Después de ese día hemos tenido nuestras riñas, nuestros problemas, nuestras peleas, pero nuestro amor intenso impedía que cualquiera de esas peleas fuera grave, y nos reconciliábamos enseguida, porque no aguantábamos estar separados. Al menos, eso pensaba yo.

Party Time

¡Sí! ¡Terminamos! Acaban las clases, empieza el verano, y con él, el party time, o lo que es lo mismo, ¡Hora de Fiesta!
Voy escuchando “When the sun goes Down” de Selena Gomez en mi iPod de camino a casa, y voy eligiendo algunas prendas y desechando otras para ponerme esta noche. He quedado con las chicas para ir de compras esta tarde y luego irnos a la fiesta en casa da Cathy. Esa sí que es una chica con suerte, sus padres se han ido y le han dejado hacer una fiesta. Los míos no me dejarían ni aunque se acabara el mundo mañana…
Además, Cathy tiene una casa… Enorme!!!! Puede hacer una fiesta genial, y solo en una habitación, con lo grande que es. Pero para festejar que empieza el verano, la va a hacer en el jardín, con barbacoa, DJ, música, amigos…
Llego a casa. Mi padre está terminando de preparar el almuerzo, y le cuento cómo me ha ido hoy. Comemos, y me llama Lily, una de las chicas. Hemos quedado a las 3 en su casa, que no queda muy lejos de la mía, para que su madre nos lleve de compras, y luego allí nos encontramos con las demás, y vamos todas juntas en el coche de Eli, ya que ya tiene carnet y coche…
La tarde pasa rápido entre amigas, y cuando nos queremos dar cuenta, ya estamos en casa de Cathy. Entramos, ansiosas y riendo, ya que Eli, viene contándonos un chiste malísimo.
Bailo toda la noche, feliz, aunque me duelan los pies por llevar tacones tan altos, canto mis canciones favoritas hasta quedarme ronca, río y me divierto. Me lo he pasado genial, pero me siento completa cuando le veo a él. Me siento a descansar un poco y se me acerca. Lo conozco de vista, es un primo lejano de Cathy, pero me encanta. No me corto y me levanto para pedirle un baile. Acepta, sin problemas, y bailamos más rato. En cuanto el DJ, uno de mis mejores amigos, nos ve juntos, pone una canción lenta, y pide un poco de relax para las parejitas, y cuando lo miro, me guiña un ojo. Esa canción hace que nos acerquemos, y de repente, siento sus labios rozando los míos, suavemente, dulcemente. Seguimos bailando, juntos, y antes de que termine la última canción, nos tiramos a la piscina con unos amigos.
Me río en la piscina, disfrutando del momento, y le miro. ¿Quién sabe? A lo mejor es ese chico especial… ¡Tendré que descubrirlo!

sábado, 17 de septiembre de 2011

18 de octubre de 2010

18/10/2010
En esa fecha nos vimos. Ahí nos miramos por primera vez, conectamos, hicimos saltar la chispa del amor. Desde ese día no he podido olvidarte. He pasado un año intentando dejar de sentir esa llama que arde en mi corazón cada vez que pienso en ti, que no son pocas, pero no puedo. Cada vez que cierro los ojos, veo tus ojos verdes, esa sonrisa matadora, esté donde esté, escuche lo que escuche, sienta frío o calor, esté triste o esté contenta.  Y ahora, el 19 de octubre de 2011, que he logrado dejar de pensar en ti, vuelves. Vuelves, y me miras, y te acercas. Se te ocurre preguntarme mi nombre, y yo, muda de asombro, no te respondo. Por suerte, ella, mi amiga, mi compañera, me despierta, me hace bajar de las nubes, donde soñaba que tú me abrazabas y me decías que me querías. Tartamudeo mi nombre y tú me dices el tuyo. Hablamos un rato largo, y yo no noto que mi amiga se va. Tú eres perfecto, ideal, eres ÉL. Hablamos de todo un poco, y me haces reír, mucho, mucho. Poco a poco nos vamos soltando. Sin darme cuenta, se me ha hecho tarde, y llego a casa corriendo. Mi madre me ve, y está a punto de echarme la bronca, cuando nota mis mejillas encendidas y mi mirada feliz. Entonces me perdona, porque, como buena madre que es, intuye que me ha pasado algo bueno, buenísimo, y después de pedirme que no lo repita, me deja ir a darme una ducha. Cuando salgo, te busco por tuenti, y cuando estoy a punto de desilusionarme, de perder la esperanza, te encuentro. Después de enviarte un mensaje, me voy a cenar y me voy a la cama, a pesar de que es fin de semana y mañana no tengo clases. Necesito soñar, descansar, relajarme, después de todas las emociones que me has hecho sentir. Al día siguiente, nada más levantarme, siento silencio. Sé que mis padres han ido a trabajar, pero, ¿y mi hermano? Al bajar, me encuentro con una nota suya, diciéndome que se ha ido con Carla. Ahora que estoy más enamorada que nunca, comprendo que se vaya con su novia. Aprovecho para desayunar tranquila, con mi música preferida sonando de fondo.
Después, nerviosa, me pongo en el ordenador, y después de revisar mi correo, me atrevo a mirar el tuenti. Y resulta que tú me has respondido a la solicitud de amistada, y por casualidades de la vida, estás conectado. No me lo puedo creer. Lo siguiente ya lo sabes. Hablamos, durante mucho tiempo, y se acabó el curso, con una muy buena relación entre nosotros, una buena amistad. Eso dura unos 3 años, y cuando estoy a punto de irme a la universidad, me llamas por teléfono. Yo, acostumbrada ya, atiendo. Me dices que tenemos que hablar, urgentemente. Miro mi reloj de pulsera. Marca las 11:45 de la noche, mañana me tengo que levantar a las 9 y todavía tengo que terminar de preparar varias cosas. Te digo que no puedo, que mañana hablamos. Me dices que vale, con un tono de desilusión falso. Te conozco lo suficiente como para saber que vas a hacer algo, y cuando te estoy a punto de decir que no hagas nada, cuelgas el teléfono. Cuando salgo a la ventana, para tomar un poco de aire, veo las luces de tu coche.  Bajo rápidamente, y salgo con la excusa de que quiero dar un paseo. No tardes mucho, me dice mi madre, pero me guiña un ojo, sabe que vienes tú. Hago que pares en la esquina, no quiero que nos vean. Y nada más bajarte, me dices que me quieres, que me has querido desde ese 18 de octubre de 2010, y que no vas a soportar estar lejos de mí cuando me vaya… Y que por eso quieres… Pero no te dejo acabar. Sello tus labios con los míos, y me respondes. Mi primer beso, con el chico que realmente quiero, el chico al que amo. Mi reloj da las doce, y recuerdo qué día es hoy. Cuando nos separamos, pero solo nuestros labios, tú me abrazas con fuerza, y te digo:
-¿Sabes qué día es hoy? Hoy es 18 de octubre.
                                                                                                                                           

viernes, 16 de septiembre de 2011

(LLL)

Acaricia mi piel, así, despacito despacito. Haz que disfrutemos del tiempo juntos. Pronto ya no nos quedará nada. Suavemente bésame, quiero sentir tus labios en mi piel. Extremecerme con cada caricia, con cada palabra dedicada a mí. Dime que me quieres. Saborea mis labios. Mezclemonos en uno solo, rompamos las barreras de lo prohibido. Juntate conmigo, hazme crecer.
Siénteme, quiéreme, bésame, abrázame. llevame a un lugar donde el  tiempo se pare, donde podamos estar juntos, donde nadie luche por separarnos. Donde el estar juntos sea lo único que importe.
Ámame, dime que me quieres. Después no me dejes caer. Te necesito para respirar. Te deseo por que tu me enseñaste amar. Y sentirme bien, solo cuando estás conmigo, desafiando lo prohibido. Besáme otra vez, dime que siempre estarás ahí. Y si alguien quiere separarnos, lucharemos los dos.
Solo vivo por ti. Si mueres, yo muero. Aprecia cada instante, saborealo. Así el tiempo nunca lo borrará de ti.
Te quiero (L)

maRiiia

ALMA GEMELA

Abrir los ojos y descubrir que la persona a la que quieres no está a tu lado. Saber que nunca alcanzaréis tus sueños. Tus deseos más preciados se desmoronan poco a poco, con cada mirada distante con cada palabra no pronunciada.
Saber que él no siente lo mismo. Pasar horas y horas delante del ordenador esperando sus palabras; palabras que nunca llegan.
Mirar su piel. Sus ojos. Quizás no sea perfecto, pero a ti te da igual, lo seguirás queriendo.
Sentir como os alejais poco a poco, lentamente. No hay vuelta atrás. Cuando el tiempo nos hace fuertes, como fortalece nuestra coraza. Pero de algún modo, siempre la coraza creada por los sentimientos dañinos, termina por desmoronarse, y dejar al descubierto y desprotegidos esos sentimientos que habías guardado con tanto recelo en tu corazón. Sientes entonces la necesidad de buscarlo, de reparar lo que el tiempo ha borrado, pero no ha conseguido eliminar al completo.
Mirar su sonrisa y sentirte envuelta por ella. Y derramar lágrimas cuando os dais cuenta de que vuestros sentimientos son distintos.
Finalmente descubres que tus sentimientos han sido en vano. No ha merecido la pena. El agujero que se abre en tu corazón lo ocupa todo. Ya no queda hueco para nada. Todo se extingue. Te sientes acabada, y decides encerrarte en el olvido.
Pero no hay porque desesperarse, todo llega a su tiempo. Obviamente el desamor duele más de lo que uno cree, pero hay que ser fuertes, porque la vida nos abre numerosos caminos, y en uno de ellos está esa persona hecha expresamente para nosotros, nuestra alma gemela.

maRiiia

viernes, 9 de septiembre de 2011

VIDA

Duele. Ya es la hora. Marco el número de urgencias. Digo la causa, y vienen a buscarme. No tardamos en llegar al centro blanco y grande que es el hospital de maternidad.  Ya voy a conocer su cara, ver sus ragos, saber a quién se parece…
Me ponen en observación, y los médicos deciden de que ya es la hora. Me llevan en una camilla hasta el paritorio. Ya estoy nerviosa, quiero verlo. Me preguntan si quiero epidural, pero yo niego. Mi pareja entra corriendo y coge mi mano, sonríe, él también tiene ganas de ver a nuestro hijo, al fruto de nuestro amor, al gran paso que hemos dado en nuestra relación.
Las enfermeras y el médico me animan. Aprieto. Siento dolor, pero no me importa, el dolor no es nada comparado con la alegría de poder ver y tocar a tu hijo. Hago fuerza. Es difícil, el niño no quiere abandonar su cálida placenta, se siente agusto, pero también quiere abrir los ojos y ver el mundo que lo va a rodear. Tiene miedo, no sabe que hacer. Se decide a abandonar el cálido y tranquilo vientre de su madre.
El médico ya comienza a verlo. La cabeza del bebé ya está saliendo y ya casi puede cogerla. Me piden un poco más de esfuerzo, aprieto con toda mi alma, necesito verte. Y en el último apretón que doy sale el niño. El médico lo coge entre sus manos, pero yo ya se que ha salido, porque lo escucho chillar. Suguro que se siente asustado y tiene frío.
Me dejan descansar mientras limpian  a mi hijo, me llevan a la habitación, donde espero ansiosa a la llegada de mi pequeño.
Una enfermera entra,  y pone a mi hijo sobre mi pecho, comienzo a llorar de alegría. No me puedo creer aún que ya haya llegado al mundo mi niño. Lo cogo con manos temblorosas y miro como sus ojitos pequeños se abren. La felicidad de tener a la vida que se ha formado en tu interior porfin fuera es la mayor alegría que jamás se puede tener.
Y cuando tengo a mi pequeño en los brazos, me doy cuenta de que crear vida, es la mayor satisfacción que hay. Con una sonrisa acuno  a mi pequeño hasta que se queda dormido.

maRiiia

¿Te lo merecías?

Me siento asustada; él ya no estará más entre nosotros…  el puñal manchado de sangre se escurre de mi mano y cae con un golpe seco y sordo al suelo. ¿Por qué lo he hecho? No lo se… apenas recuerdo nada, todo es borroso. Me dejo caer al suelo, y comienzo a sollozar. Yo no quería… pero lo hecho hecho está. Miro mis manos; mis frágiles manos, ahora son las manos de una asesina. 
Los ojos inexpresivos de él aun están abiertos, y miran a un punto fijo en el vacio. Ya no brillan, su luz se ha apagado. Sus labios carnosos, están entreabiertos, mostrando un intento desesperado por alcanzar su último aliento.
Me escuecen los ojos, y siento las manos aún mojadas y pegajosas por la sangre de él. Me limpio en mi ropa, y sigo llorando. Pero si yo estaba enamorada de él…. ¿por qué? Y si me han obligado… Pero los hechos que se ven en la escena del crimen no están organizados, se ve claramente que ha salido de mi propia mano, nada me excusa de su muerte. Estoy perdida…
Cierro los ojos, y entonces, tengo un flashback de lo que ha pasado.
<<Él llego como si nada a nuestra casa, pero no venía de trabajar,y eso yo lo sabía, había descubierto su pequeño secreto hace unas semanas, y aún guardaba la esperanza de que me lo contase arrepentido. Pero no fue así. Me miró sonriente, y anhelé todo el cariño que el me había regalado;y es que ahora él se mostraba seco y frío conmigo. No se que pensaría, pero yo me temía lo peor. La palabra divorcio inundaba mi mente constantemente desde que me enteré de su secreto.
Dejó su aliaza sobre la encimera del lavabo y se desnudó. Entró en la ducha. Me sentí traicionada, y sentí como mi cara se ponía roja por la ira. No podía permitir que esa fulana arruinase nuestro matrimonio. No sabía nada de ella, pero eso no me importaba, pensaba contarle todo lo que sabía a él. Entonces se vería obligado a elegir entre ella la mujer que acaba de conocer, o yo, la mujer con la que llevaba siendo pareja desde el instituto y con la que estaba casado desde hace un par de años.
El sonido del agua cesó, y él salió de la bañera. Decidí que era el momento. Se vistió, y todo era de forma ordinaria, a excepción de un pequeño detalle, que muy pocas personas se abrían dado cuenta, pero para él eso era romper su rutina. La alianza se quedó sola sobre el frío marmol de la encimera del lavabo.
Lo miré desafiante. Me acerqué a él, y discutimos como nunca antes lo habíamos hecho. Él me lo contó todo a voces, y la prefirió a ella antes que a mí. Un nudo de rabia se me formó en el pecho. Y decidí que lo mejor era cortar de raíz.
Esperé a que se fuese a la cama, nuestra cama, donde habíamos compartido momentos tan íntimos, pero que ahora se antojaban lejanos.
Cogí uno de los cuchillos que reposaban en el cajón de la cocina, y avancé hasta nuestro dormitorio. Él estaba sentado en la cama, y se extrañó de que yo entrase con tanta naturalidad después de la bronca que acababamos de terner, y le dije que lo perdonaba. Éltambíén me pidió perdón, pero ya era demasiado tarde, el daño estaba causado. Para su sorpreda el cuchillo se clavó en su pecho,en un golpe seco en el pecho. Cayó al suelo de boca, hice maniobras para sacar el cuchillo manchado de sangre, y volví a apuñalarlo varias veces para quedarme seguro de que había cobrado su merecido.
Me sentí sustada; él ya no estaba… El cuchilló cayó al suelo con un golpe sordo y seco…>>
Abro los ojos, me siento mal, no debería haber acutado tan a la ligera. Avanzo con pasos torpes al teléfono y marco el número de la policía, y les cuento todo.

Me arrestan y mientras me llevan a comisaría, pienso que la vida no se debe de quitar así, por mucho daño que te hayan hecho, pero yo ya no me arrepiendo. Mi sentencia está firmada.



maRiiia

martes, 6 de septiembre de 2011

ENGAÑO

Aquella tarde de verano, estábamos en el acantilado del pueblo. La suave frisa costera, removía mi cabello, y él, acariciaba mi cintura desnuda sobre el césped. El cálido contacto de nuestros cuerpos, hacia que desease volver a repetirlo. En mis labios había una leve sonrisa, que se hacía más grande cada vez que sus manos acariciaban las leves curvas de mi cintura.
-Te quiero...-susurró con voz melosa en mi oído, después me abrazó con ternura.
Los escasos rayos del sol golpeaban suavemente nuestros cuerpos desnudos. Entreabrí los ojos, y me encontré con el más maravilloso atardecer que había visto en mi vida, y eso se debía en su mayoría a que estaba con él. ME levanté, y me puse el bikini rosa a topos que reposaba sobre una piedra, y él me siguió. Jugueteando, salté por el acantilado. Le llamé, una vez que estuve dentro del agua en calma del mar. Él saltó, y me abrazó. Nuestros labios se fundieron en un beso bajo el agua, nuestros dedos se entrelazaron, las burbujas que hacíamos bajo el agua me cosquilleaban en la boca. Salimos a la superficie. La luna ya brillaba con intensidad en el cielo, y salimos jadeando del agua. Esa noche dormí feliz, pensando, que él estaba hecho para mí, y que haber perdido eso esa tarde con él, me hacía sentir bien. Los días pasaban y todas las tardes nos las pasábamos en el acantilado, disfrutando del tiempo juntos, y de el calor de nuestros cuerpos formando uno solo. El bailoteo de sus manos sobre mi cuerpo, el delicioso contacto de sus labios sobre mi piel. El tiempo con él pasaba rápido. Pero todo cambió en las últimas semanas del verano, cuando yo volvía una mañana de las clases de apoyo de mates. Le vi a él, en un profundo beso con otra chica, él disfrutaba más que conmigo,  y eso hizo que de mis ojos brotasen unas lágrimas. Corrí de vuelta a casa, lejos de él. Esa tarde, cuando vino a recogerme, yo le seguí el juego, y fuimos como siempre al acantilado. Se estaba desnudando, cuando yo hablé.
-Te vi esta mañana….-susurré, de forma de que el viento arrastrase mis palabras.
-¿Y?-dijo bajándose los pantalones.
-Estabas con otra…-dije al borde del llanto.
-Ah, bueno, ella es mi novia-dijo él con naturalidad.
-Pero yo soy tu novia….
-Nah, tu eres mi juguetito de por las tardes-dijo con una sonrisa.
-¿No me quieres?-él negó-Vete, ya no quiero verte más….-dije en voz baja, mientras mi corazón se hacía añicos-Solo me has utilizado, ya no te quiero, vete con esa-le escupí en la cara. Él se dio la vuelta, despreocupado, y se puso su ropa, después desapareció entre los árboles.
Yo, me derrumbé en el suelo, con miles de pequeñas lágrimas recorriendo mis mejillas. El viento jugueteaba con mi pelo, y los sentimientos confusos y contradictorios golpeaban mis sienes, queriendo salir. Me puse de pie, ya nada me importaba, tan solo hasta ese momento había vivido por él, y al descubrir la verdad ya no me sentía con fuerzas para vivir. Avancé hasta el desfiladero del acantilado, el viento comenzó a soplar más fuerte. Sus últimas palabras me torturaban la mente, no dejaba nada a tras, solo simples recuerdos, que para mí habían sido felices, apreté los ojos, y sin pensármelo dos veces, me dejé caer por el acantilado. Noté las mariposas en mi estómago, el viento chillar en mis oídos, el rugido del mar, y el impacto de mi cuerpo sobre las afiladas rocas, después silencio. Ese fue mi fin. EL fin de una niña, que se dejó llevar por sentimientos falsos y estúpidos.

maRiiia

DESTINO

¿Por qué decidiste cruzarte en mi vida aquel día? ¿Por qué la cambiaste para siempre? 
La respuesta es, el destino.
Sí, el destino esa cosa que no se ve, pero que hace que nos crucemos mutuamente en la vida de otras personas, dejando nuestra huella. 
Tú aquel día entraste en mi vida, cambiándola por completo.
Todo comenzó con esa primera mirada. Sí, ¿te acuerdas? Aquella mirada de desconocidos. Esa que hizo que entrases en mi vida. Los días pasaban, y yo contaba los días que quedaban para volver a verte. Por que tú existes en cada momento de mi mente.  Después vino ese primer momento juntos. Esa primera victoria unidos. Esas sonrisas compartidas. Esas tonterías que hacen que siempre nos riamos. Pero como en todo lo bueno, siempre hay algo malo, o en nuestro caso alguien.
Él te cuenta cosas malas de mí. Él se ríe de mí, para que tú también lo hagas y te apartes de mi lado. Hace que finjas que te importo, hace cosas para herirme. Y tú, no te das cuenta, porque te crees todo aquello que él te suelta de mí.
¿Sabes qué quiero encajar? Supongo que no. Porque hace tiempo que dejaste de pensar en mí. ¿Sabes acaso lo que quiero en la vida? Tampoco. ¿Sabes lo que siento por ti? Tampoco. Y, no te has dado cuenta aún, pero ¿sabes que? Que te amo. Y no te das cuenta, porque él te ha puesto una venda en los ojos. Él te dice que no me quieras, y que te olvides de mí. Él, ha hecho que te escriba estas últimas palabras antes de irme. Sí, de irme para siempre. Lejos de ti. Para dejarte crear u propia vida. Para que no vuelvas a pensar en esas risas, en todo aquello que compartimos. Que también te olvides de nuestra relación, que no llegó más allá de la amistad, pero que podíamos haber sido más que amigos. Y todo por culpa de él.
Ahora, sumida en mis pensamientos, de nuestros dulces recuerdos, me voy para siempre. No te molestes en buscarme, porque no hallarás nada de mí, simplemente estas líneas.
Una cosa más. Que sepas que te amo con toda mi alma,  y a pesar de que él se entrometiera, y no nos dejara moldear nuestra relación, siempre te quise, y siempre te querré. 

maRiiia

ADIÓS MI PEQUEÑO AMIGO

Las lágrimas empañan mis ojos.  Entre mis manos sostengo el cuerpo de mi mejor amigo. Del único que me ha entendido, y el único en el que he podido confiar. Después de tanto tiempo juntos, ya se ha ido, ido para siempre. Le acaricio. No puedo evitar que mi mente se sature de felices recuerdos a su lado. Finas perlas resbalan por mis mejillas. Aprieto la cara sobre la de mi mejor amigo. Sus ojos ahora yacen cerrados. Nunca más volverá a ver. Nunca más volverá a correr. Siempre me fue fiel, a pesar de que en ocasiones le hacia daño. Nunca se enfadó conmigo, y cuando me sentía mal lo sabía, porque venía a mi lado, y me consolaba como podía. Ahora me doy cuenta de que desperdicié el tiempo en otras cosas y no estando con él. No haber estado con él el tiempo que a él le hubiese gustado. Siento no haber jugado con él, siento no haberle echo caso, siento todo. Pero sentirlo no va a hacer que él vuelva, porque ya no está y nunca podrá volver. Porque solo se vive una vez. Pero lo que más siento es que pasado toda mi vida con él, y que ahora no estará ahí. Le miro. Ya no volverá, nunca. Aún está en mi mente el recuerdo de la primera vez que le vi, un recuerdo, que siempre permanecerá ahí, ya que ese día fue el más feliz de mi vida, y lo será siempre. 
Le miro de  nuevo. Sigo sin poder contener las lágrimas. Estoy sola junto a él, y la caja que será su ataúd. Acaricio su suave pelaje, por última vez. Ya que voy a depositar su cuerpo inerte en la caja de zapatos. Enjugo mis lágrimas antes de enroscar mis dedos en su rabo, después sobre sus orejas en punta, y por último toco su nariz. Ya no es húmeda, como lo fue antaño. Ahora simplemente es un trozo más de la carne de mi amigo, que no volverá a respirar. Le meto en la caja, y deposito junto a él su pequeño collar. Después, con nuevas lágrimas en los ojos, cierro la tapa, y le digo adiós con el corazón.


maRiiia

SEGUNDA OPORTUNIDAD

Cerré los ojos. Me senté en la cama. Apreté mis manos en la cabeza,y grité muy alto. Desgarrando mi garganta. 
Abrí los ojos. Las lágrimas caían por mis mejillas. La perdí. Ella se desvaneció. Su cuerpo se fue apagando poco a poco, dejando un rastro de sufrimiento a mi lado.
Tuve miedo. Me perdí a mi mismo. Busqué como volver a tenerla a mi lado, aun que era materialmente imposible, porque su cuerpo frágil estaba bajo tierra. Lejos de mi alcance.
No sabía como encontrarla de nuevo. Ya a penas aparecía en mis sueños, y el hecho de que su recuerdo en mi mente se borrase, me hacía perder el control. Entonces volví a sentir el miedo que antes me atormentaba, ese miedo que sentía cuando me quedaba solo en casa y escuchaba los ruidos de la noche. También me sentí impotente cuando su vida se escapó de mis manos, cuando  yo no pude hacer nada para curarla. Ella se fue apagando lentamente, como la luz de una vela se desvanece conforme la mecha se va apagando. Lo intenté todo. Pero mis esfuerzos y los de todos fueron en vano; su cancer ya estaba muy avanzado. Me sentía incapaz de ayudarla, porque tenía miedo de que cualquier cosa que hiciese podía arrebatármela más rápido aún. Pero ella no podía vivir eternamente…
Me levanté de la cama y pensé que la mejor manera recuperarla era colocándome hasta las cejas. Si, por aquel entonces yo era un médico con bastante prestigio, pero su pérdida me hacía perder el control y me cegaba.
Esa noche salí a la calle. Encontré a un camello en un callejón. Compré maría, y me fumé un porro. Volví a casa. Me sentía más feliz. Más animado. Mis penas se desvanecían poco a poco, y ya casi ella me resultaba lejana. Enseguida soñé con ella. La veía a mi lado, la miraba. Ahora se que ese momento de mi vida fue un cambio oscuro, que nada de lo que veía existía y nada de lo que hacía era racional.

Me enganché a la droga. Mi prestigio se fue desmoronando. Hasta que no quedó nada. Me  vi obligado a abandonar el trabajo por el que había estado años luchando. También dejé de pagar el alquiler del piso, y el dueño me echó a la calle.
Gastaba hasta mi último céntimo en droga. Llegó un momento en el que yo dependía de ella.
Pero con el tiempo me comencé a sentir como una mierda. Mi memoria se iba desvaneciendo. Mi salud estaba deteriorada. Ya apenas recordaba quien era yo.  Mi antiguo yo lo veía como algo borroso  y lejano. Dejé de pensar en ella. Olvidé todo. Mi única obsesión era tomar droga, me daba igual la forma. Pinchada, fumada, esnifada, en forma de pastilla.
El alcohol también se abrió un hueco en mi vida, y terminé por vivir en la entrada de un banco. Fui llevado a comisaria infinidad de veces, por hacer escándolo público, por dormir donde no debía… Me sentía humillado ante las burlas de los jóvenes que pasaban y me señalaban con el dedo. Ellos no sabían nada del dolor que yo había padecido antaño, antes de verme arrastrado a la droga y al alcochol, antes de perder mi trabajo, mi casa y mi dinero…
Entonces un día desperté. Cuando abrí los ojos, estaba en una cama de sábanas blancas. Abrí los ojos. Estaba en el hostipal. Había sufrido un infarto.  Ese golpe en mi vida, me hizo recordar el pasado que se había bloqueado y casi olvidado de mi mente. Recordé lo que se sentía al salvar una vida, recordé también lo que era tener una vida sana, la recordé a ella…
Si, ella nunca habría querido que yo tuviese esa vida de mierda. Y fue por ella, por la que decidí abandonar las drogas.
Y no me encontré solo. Mucha gente me ayudo a salir del mundo oscuro en el que yo había ido penetrando con el paso de los años.

Ahora soy una persona nueva. Ha sido difícil dejar atrás los años de adicción, pero por fín los he superado. Me siento libre, y con ganas de seguir ayudando a gente que se ha perdido en uno de los caminos fáciles y peligrosos que nos abre la vida. Gente que se ha perdido para refugiarse y para escapar de la hipocresía del mundo.
He decidido abrir un centro donde ayudarlos, juntando el poco dinero que me quedaba y recogiendo muchas firmas, he conseguido ayudar a muchas personas que lo necesitaban; y es que, todos, necesitamos a veces una segunda oportunidad.

maRiiia

DAÑO

Lunes.  El despertador hace que me levante. No lo hago, porque quiero que mi madre venga a despertarme como cuando era más pequeña. Me acurruco entre las sábanas,esperando que la puerta de mi cuarto se abra, y mi madre me estreche entre sus brazos. 
No quiero ir al instituto, y el que no quiera ir, no se debe a que no me guste estudiar, porque eso si que me gusta. Estudiar hace que salga del mundo cruel e insensible que me rodea. El motivo por el que no quiero ir a clase, esque, allí hay persona que me hacen sentir mal, fuera de lugar, y eso me duele.
Mi madre no ha venido a despertarme, y ya debería estar desayunando. Me levanto sin ningunas ganas, y me preparo el desayuno. Miro con un suspiro el calendario que está colgado en la pared de la cocina. El viernes tendré que hacer una exposición oral delante de todo mi instituto. Y la simple idea de subirme a una tarima, hace que se me quiten las ganas de existir.
Termino de tomarme la leche caliente, me visto y voy al instituto.
Llego a casa llorando. He escuchado los comentarios desagradables sobre mí, a las chicas que se sientan delante de mí en clase. Los han dicho “sin querer” demasiado alto.
Ya no se que hacer. Cada día me dan menos ganas de ir al instituto. Mis compañeros me hacen demasiado daño, y mis amigos intentan apoyarme, pero no saben que hacer ante la situación.
Miércoles. Cuando he llegado al instituto había un dibujo amorfo hecho a tiza blanca en la pizarra. Me representaba a mí. Leo los comentarios que han puesto al lado del dibujo, son tan desagradables como siempre. Aguanto las ganas que tengo de llorar.
A penúltima hora tengo educación física, y la profesora me saca para enseñar a la clase como se hace un ejercicio. Escucho las risas de mis compañeras. Las lágrimas se acumulan en mis ojos, pero no puedo permitirme darles el gusto de verme derramar lágrimas por sus actos en contra de mí.
Para finalizar las clases tengo historia, y el profesor nos dará las notas de los exámenes. No me equivoco, el señor mayor que nos da historia nos entrega los exámenes sobre la Revolución Francesa. Cuando me entrega mi examen, me dirige una mirada severa, miro la nota. Y de nuevo las ganas de llorar me embargan. Mis notas han descendido. Ya apenas estudio, pensando  en  lo que he podido hacer mal, para que mis compañeros me traten de ese modo. Y el tiempo que estudio lo hago vagamente y no dejando de pensar en porqué me hacen daño.
Viernes. Ha llegado el día de mi exposición oral. Me armo de valor cuando entro en clase, pero en seguida me derrumbo. Un grupo de chicas de mi clase me señalan con el dedo con carcajadas sonoras. Me siento en mi mesa y hago como si repasase mi exposición.
Una de las chicas de mi clase se acerca y me tira del pelo, riéndose y burlándose.  La ignoro y sigo concentrada en mis apuntes, con el corazón martilleandome en las sienes. No se como decirle que me deje., Tengo miedo de que al hacer eso me cojan más odio…
Después del recreo, una de las chicas esas que me hacen daño, me invita a saltarme las clases, porque dice que me quiere poner guapa para que deslumbre en la exposición. No le digo que no, y voy con ella a los servicios. Dice que mi corte de pelo está pasado de moda, y saca unas tijeras de su mochila.
Zas. Zas. Zas. Y mechones de mi rubio dorado, caen sobre el lavabo y el  suelo. Me ha dicho que no me mire en el espejo. Le hago caso. Después me maquilla y me da ropa, extremadamente apretada. Le hago caso de nuevo y me pongo el conjunto.
Cuando ya estoy lista, según su parcer, le doy las gracias por haberme ayudado y el timbre suena.
Salgo hacia el salón de actos. Todo el instituto está ya comenzando a sentarse en las sillas y bancos. Un profesor me dice que me siente y junto al escenario, y que espere a mi turno.
Una serie de alumnos salen al escenario. Unos tocan música, otros bailan, otro leen poesía, etc. Y ya es mi turno de salir al escenario. El profesor encargado pone mi pen en el ordenador, y el power point con mi trabajo se ve en el proyector. Escucho las risas de todo el mundo, y no exagero diciendo que son las risas de todos. Comienzo a contar mi trabajo. Hay gente que se muestra interesada en las palabras que salen de mi boca; pero entonces cuando ya casi me he olvidado de que estoy en un escenario. Escucho las palabras que salen a gritos de la boca de una de mis compañeras. Insultos, palabras mal sonantes. Toda la gente la mira.  Y yo definitivamente rompo a llorar, bajo del escenario corriendo y salgo del salón de actos. Me meto en los aseos. Me miro en el espejo. Mi pelo que había sido largo, ahora está corto y con trasquilones. Hay una especie de flequillo que es demasiado corto y encrespado. El maquillaje de mi cara es exagerado. Demasiado rimel, demasiada sombra de ojos verde. La base de maquillaje clara, hace que mi cara parecza blanca, y mis labios ahora están pintados de un rojo brillante. Mis lágrimas hacen que el maquillaje se me corra. Miro la ropa que tengo puesta. Los pantalones demasiado estrechos están rotos y la camiseta manchada y rasgada. Parezco un auténtico payaso.
Me quito el maquillaje, y me pongo mi ropa. Espero  con  lágrimas en los ojos a que suene el timbre. Nadie ha venido a buscarme. Cuando la alarma indica que las clases han terminado, salgo fuera del centro, a esperar a la chica que me ha hecho esto. Ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Cuando el grupo de amigas que me critican salen y me ven, rien con aire triunfal, y se dirigen a donde estoy yo, repletas de insultos.
Cuando la chica que me ha cortado el pelo, va a abrir la boca, mi mano se dirge a sus labios, y le doy un fuerte puñetazo. Me mira con rabia y se lanza a mí, como una serpiente, repleta de veneno. Sus dedos tiran de mi pelo. Mis puños la golpean en la cara y en el cuerpo. Ella me muerde, y sus amigas me sujetan y me golpean. La gente del instituto se apelotona a nuestro alrededor. Y corean mi nombre, para darme fuerzas.
Por primera vez en mucho tiempo, me siento llena de valor. Y grito palabras hacia ellas.
-¡Nunca más! No volveréis a hacerme daño. Creéis ser las amas del mundo, pero no lo sois, porque haciendo daño a los más débiles no vais a llegar lejos. A mi me habéis hecho daño, pero ese daño me ha hecho fuerte. No soy ni gorda, ni fea, ni puta. No sabéis nada de mí, y por lo tanto no tenéis derecho a opinar sobre mi aspecto ni a juzgar mis actos. ¿Sabéis por qué me atacábais? Simplemente porque me teneis envidia, y queréis ser el centro de atención, pero os aseguro, que así, no váis a conserguir nada.
Dichas estas palabras salgo del circulo de gente que se a formado a nuestro alrededor, y entre vitoreos abandono el lugar.
Por fin, siento que me he quitado un peso de encima, ahora soy fuerte, y ya no me harán daño de nuevo.

maRiiia